Capítulo 6:

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- ¿Jed?- su madre frunció el ceño cuando lo vio ahí. Él sólo elevó una de sus comisuras como saludo.

Sí, nadie lo invitó pero aquí está.

Hice como si él no estuviera presente y me fui a sentar al sofá, donde estaba antes. Pero, claro, no me iba a dejar en paz. No podía sentarse en el sillón junto a su progenitora, no, sino que se colocó a mi izquierda en el mueble.

Estaba a una distancia considerable -a varios centímetros; no es como que el sofá fuera tan largo-, pero yo sentía la piel de mis manos quemar, por lo cerca que lo sentía.

- Hijo, Jade es la nueva vecina, ¿te lo puedes creer?- comentó Laura, rompiendo el silencio.

- Es toda una novedad- comentó él.

Su madre no pareció afectada por sus palabras, es más, dudo que se haya dado cuenta del tono irónico que adquirió su voz.

- ¿No lo sabías?- le preguntó ella.

Oh, no. ¿Acaso esa mujer sabía que habíamos estado juntos?

Madre mía, las manos me estaban comenzando a sudar. Si alguien hacía algún otro comentario, moriría de combustión espontánea.

- Jace y yo no hemos hablado mucho estas semanas, mamá- respondió el castaño, dedicándole una mirada de no quiero hablar de eso, a su madre.

Nunca lo admitiría, pero lo agradecí. Aunque, repito, jamás lo diría en voz alta. Mi orgullo no me lo permitía.

- Jade, cariño, ¿puedo usar tu baño un momento?- me preguntó Laura entonces.

Asentí efusivamente.

- Claro, mire- me puse de pie a su lado con la excusa de indicarle el camino.

En realidad lo hice porque me estaba matando tener a Jed junto a mí y no poder alejarme, o bueno, ya que estamos, lanzarme por la ventana.

Le doy las instrucciones rápidamente y Laura sale rápidamente en esa dirección, no sin antes agradecerme por eso.

Cuando vuelvo a sentarme, el salón de estar se queda sumido en un largo y tenso silencio. No me volteé, pero podía sentir su mirada clavada en mi perfil.

¿Por qué me miraba tanto? ¿Le gustaba hacerme sentir incómoda, o qué?

- ¿Quieres una foto?- le espeté, girándome hacia él.

Una de sus comisuras se elevó y formó una media sonrisa, de esas tan sexys que me derretían por completo.

No, debía ser fuerte para no volver a caer. Es más, no podía volver a caer.

- Prefiero verte a ti que mirar una foto- contestó, como si nada, totalmente ajeno al remolino de emociones que esas palabras causaron en mi interior.

¿Por qué me seguía afectando tanto? No debería de ser así, yo no debía sentir nada por él.

- Bueno, pues lamento decirte que dejes de mirarme así- repuse, recuperando la seguridad de mi voz.

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