Ellos eran los mejores amigos desde... siempre, creo. Y por lo que había pasado entre Jed y yo, se habían distanciado, no sin antes pelearse a los puños por ese motivo. Sin poder evitarlo, recordé la primera conversación que tuve con Jed justo después de que le confesara mis sentimientos, cuando me dijo que no quería arruinar su amistad con mi hermano por un tener algo conmigo.

Al final había tenido razón en eso, porque aunque no me gustara aceptarlo, su relación se había ido al trasto por ese motivo.

- Jade- me llamó mi mejor amiga-, ¿te puedo decir algo, sin que te enojes?- preguntó, con cierto recelo.

Fruncí el ceño por su interrogante, sobre todo por el tono en el que me habló.

- ¿Desde cuándo me pides permiso para decir lo que piensas?- bromeé, en un intento de liberar un poco el ambiente de la tensión que se había formado.

La castaña no se rió, sino que me miró fijamente.
Ladeó la cabeza.

- Quizás desde que gritas improperios, o desde que te pasaste meses en una escuela militar- contestó, sarcástica.

Rodé los ojos.

- Está bien, dime- apremié.

- Creo que Jed sí te quería- soltó entonces-. Es más, por lo que me contaste, puedo asegurar que así sigue siendo.

Me la quedé mirando unos segundos, medio en shock. ¿Acababa de escuchar lo que creía?

- Pues vaya manera de demostrarlo la que tiene- repliqué, algo molesta por su comentario.

Me negaba a creer que alguien que me había hecho tanto daño, pudiera estar enamorada de mí. Vaya, no eso, simplemente sentir algo por mí.

- Jade- Carla suspiró-. Mira, yo sé que estás molesta con él. ¡Diablos, yo también lo estoy!- le pegó al colchón con la palma abierta-. Pero, no puedes pasarte la visa huyendo de él.

Bufé, vacilando sobre lo que me había dicho.

Tenía razón, pero eso no quitaba lo que había pasado, ni mucho menos todo lo mal que me había sentido yo.

- Bueno, entonces en su caso no puede ser más cierta esa frase que dice que, los humanos destruyen lo que más quieren- repuse, de mala gana.

Sacudí la cabeza. No quería seguir hablando de eso, de hecho, el plan inicial era no mencionar lo que había sucedido, pero bueno, así me había ido.

- ¡Dios, Nora!- exclamé de repente.

Carla me miró con el ceño fruncido.

- ¿Qué? No, Jade, soy Carla- replicó ella.

Puse los ojos en blanco a la vez que solté un suspiro.

- No, tonta- negué con la cabeza-. Nora, mi compañera de habitación en la Academia- dije a modo de recordatorio-. Desde ayer no hablo con ella, y quieras saber cómo la lleva sola- le expliqué.

Mi mejor amiga volvió a fruncir el entrecejo.

- ¿Se quedó a pasar las vacaciones en la escuela?- inquirió, haciendo una cara rara y graciosa-. Wow, ustedes los soldados sí que son raritos- farfulló.

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