Tome su mano rígida sobre las sábanas, aun permeancia un poco cálida en la palma, pero el dorso estaba congelado. No lo tome muy fuerte por miedo a que se le arrancara la piel.

Unos pequeños orificios eran visibles entre sus dedos, en su barbilla y por debajo de las vendas.

— Siempre fuiste mi hija más obediente, me sorprende que me desobedezcas a esta edad. — no era un regaño, mi padre nunca fue duro conmigo e incluso cuando lo merecía nunca alzó su voz.

— Es porque estoy preocupada por usted. Dígame ¿cuándo comenzó todo esto?

— Hace unas semanas, tal vez meses atrás cuando recién empezaron los temblores. Yo fui el primer infectado y todos los doctores llegaron a la conclusión de que era un virus extraño... fuera de este mundo y su ciencia.

— ¿Un virus fabricado en un laboratorio?

— Un virus fabricado para torturar y hacer morir a la gente lentamente... pronto se contagiaron mis consejeros, luego sus familias. Así es como todos empezaron a aborrecer verme. — para alguien que vivía del apoyo de los demás esto debía ser horrible.

Yo me sentí aún peor tomando asiento a su lado, sus ojos por fin se enfocaron en los míos. Estaban rojos en sangre y lágrimas.

— Padre, no es su culpa.

— ¿No lo es? ¿Entonces porqué fui el primer infectado?

— Esa persona... — yo chasque la lengua, ni siquiera debía considerarse persona. — solo lo hace por venganza, no por poder. El poder ya lo tiene y no ha venido a quitarle el título de presidente. No le interesa... así que piense en alguien que debe resentirlo demasiado, odiarlo y despreciarlo. Alguien a quien le hizo mucho daño.

— Tú. La primera persona que pienso y a la que le hice mucho daño eres tú... pero también eres la única persona que me ha tomado la mano desde que todo comenzó.

Yo ladeé la cabeza y empecé a llorar con él, tomo una posición mas sentada contra el cabecero y yo me recosté en su hombro. El aun intentaba mantener su distancia, pero a mi no me importaba morir mañana.

Así sentada en su cama, con mi cabeza en su hombro podía cerrar los ojos y fingir que era una niña. Que vine a visitarlo y fingir que solo era hija de un socio suyo hace muchos años.

Podía fingir que no era mi papá, aunque ambos estábamos en la misma habitación.

— Yo no lo odio y tampoco lo desprecio. Mi resentimiento hacia usted no es el mismo de antes... he sanado. — mi voz salía un poco nasal y tome los pañuelos de la mesa de noche para también limpiar sus lágrimas. — la razón por la que vine también es porque el resentimiento que llena mi corazón de cosas feas, debe salir y no puedo despedirlo con esto aquí clavado en mi corazón. Quisiera ser buena y amarlo con honestidad.

— ¿Viniste... a matarme?

La sangre se congelo en mis venas por un momento, la esperanza en su voz y en sus ojos.

— No. Esa no es la forma en que me deshago de mi resentimiento...

— Todos lo hacen así.

— Yo no soy todos, a veces solo basta una charla y un poco de honestidad. Solo si usted quiere hablar un poco conmigo. — deje un mechón de mi cabello detrás de la oreja.

El solo me vio, por segundos que parecieron horas. Me veía como si no me conociera o como si no me hubiera visto en años.

Entonces puso su mano libre en mi cabeza.

— Adelante, hace mucho tiempo nadie me habla con honestidad.

— ¿Que tanto?

— Desde que estuve con tu madre, tal vez no sepas mi versión de la historia... porque tu madre tiene razón, su versión es la que más te conviene. La más real. Mi versión es un poco sacada de un libro de fantasías, estuve con tu madre no solo por su comida exquisita, porque bailaba bien y porque es hermosa. — sonrió un poco recordando esos años de amorío ilícito. — ella es la única mujer que me ha escuchado con atención en toda mi vida, ni siquiera mi madre hizo eso conmigo. Ella era honesta, me decía que era torpe, pero al menos tenía encanto. Nunca menospreció algún invento o alguna idea política, ella era crítica y daba buenos consejos como tú. Ella era como el océano, extenso, salado, fresco, misterioso, libre... eso era lo que más amaba de ella. Su libertad.

𝕮𝖗𝖚𝖘𝖍 εїз KTH⁴Where stories live. Discover now