La niña que convencio a una bestia

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Devuelvanle los escenarios a Gfriend :(

Abrí mis ojos agitada y me senté en la cama rápidamente. Gire a ver el reloj en la mesa de noche y faltaban al menos media hora antes de que sonara la alarma. Me queje detrás de mi garganta mientras pasaba mis manos por mi rostro.

Quité las sábanas y salí a pasos lentos a la cocina.

— Isie, buenos días. Hoy rompes un nuevo récord. Apenas y son las cinco. — mi abuela me esperaba en la cocina del departamento.

Y yo bostecé un par de veces antes de contestarle.

— Fue por uno de esos sueños.

— ¿Lindo o feo?

— Solo un sueño, abuela. — le sonreí aceptando su taza de café agradecida.

Nos sentamos en el balcón el resto de la madrugada hasta que amaneció, fui a bañarme con calma y colocarme el uniforme de nuevo.

— Isie, ¿le llevaras estas galletas al rey Jeon? — mi abuela interrumpió mi desayuno con una bolsa de papel. — también empaqué tu almuerzo.

— No tiene que hacer todo eso por mí, tampoco por Jeon. No lo agradece.

— Son momentos difíciles para el... se mas comprensiva, pequeña.

— Lo soy Nana, pero es un momento difícil para todos, si no fuera por Hanam regresaría a Seúl de inmediato.

Hice un puchero tomando el ultimo rastro del jugo de naranja.

Mi abuela dejo salir una risa mientras me acompañaba a la puerta. Peiné mi cabello negro con perfección hasta mis hombros y aplicando un poco de bálsamo sobre mis labios tomé el casco en la puerta.

Calcé mis zapatillas y corrí escaleras abajo hasta el estacionamiento. Ahí encima de mi motocicleta color menta estaba Quelpart durmiendo.

El gato de mi abuela que tenía cien años y cien kilos.

— Quelpart, voy a llegar tarde. — me incline hasta acariciar el lugar entre sus orejas y con un maullido bajo al suelo. — ve a cuidar a la abuela y con suerte te traeré atún en la noche.

Puse mi almuerzo en la canasta y emprendí mi viaje por las colinas de Gamcheon.

Mi madre me reclamaba cada vez que me veía manejar algo tan "peligroso" para ella, pero era el viento chocando mis mejillas y mis manos sobre el control lo que más me gustaba. Creía firmemente que podría ir a cualquier lugar del mundo.

Al llegar al hospital y atravesar las puertas escuché el murmullo matutino de las enfermeras y doctoras. Todas cuchicheaban sobre como Jeon ayudaba a los auxiliares de cocina a llevar los cilindros de leche.

Mire por una de las ventanas al patio trasero, justamente vestía de negro para alimentar todos los deseos pecaminosos de las mujercitas.

— Buenos días. — interrumpí su momento de gloria y todas giraron a verme. — parece que hoy todos amanecieron sanos, que alivio.

— No seas aguafiestas, Yan.

— ¿Yo? No era sarcasmo.

Las miré confundida y las contagié de una risa mientras abría mi casillero. Me quite el casco y peine mi flequillo con las manos mientras sacaba la bata blanca.

— ¿Cuándo nos presentas al adonis Jeon? Cada día se ve más guapo...— una compañera murmuró a mi lado.

— Su novia ha estado cinco meses en coma, no es un buen momento para hacer amistades.

𝕮𝖗𝖚𝖘𝖍 εїз KTH⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora