Kaz se sentó en la cama. Inej lo hizo junto a él, lo último que quería era lastimar su pierna. Acariciaba su rostro, y bajaba las manos por su cuello y pecho. De vez en cuando Kaz suspiraba, otras simplemente tomaba aire preparándose para recibir lo que venía a continuación.

Kaz la tumbo sobre el edredón, con su índice acarició su clavícula y se deslizó hasta llegar a la curva de su ceno. Todo era caricias y roces delicados que provocaban escalofríos en Inej, la atención que él había dedicado a su pezón comenzaba a estremecerla de pies a cabeza; ella contuvo el aliento cuando Kaz besó y chupó su pezón con un cuidado tortuoso.

—Kaz —Gimió. Él levantó la cabeza de golpe. Estaba preocupado.

—¿Te hice daño?

—No, claro que no. —Inej sonrió y se apoyó en sus codos para levantarse y volverlo a besar. —No dejes de mirarme.

—No dejes de hablarme.

Kaz le había confesado que su voz era lo único que lo mantenía a flote cuando se hundía en los recuerdos; para Inej, verlo bastaba para entender que no se encontraba con uno de sus clientes, sino con él. No necesitaba nada más que a Kaz mirándola para disfrutar de ese momento.

***

Las cosas no pasaron a mayores esa noche. Sería demasiado para un solo día. Las caricias no faltaron, tampoco los besos o las carcajadas de Inej cada vez que Kaz intentaba que se relajara, que se concentrara en el presente y no en el pasado.

Por su parte, Inej intentaba mantener a Kaz entretenido. Le contaba cosas, susurraba historias y lo acariciaba solo cuando creía que él estaba listo para eso. Kaz ya había tenido una crisis esa noche, no necesitaba otra. No sabía cómo iba a reaccionar a la siguiente, sus estallidos solían ser violentos y tendía a intentar alejarla.

Inej ya no quería estar lejos. Quería estar tan cerca como le fuese capaz.

Durmieron cada uno en un extremo de la cama. Sus manos estaban unidas y Kaz la besó en la muñeca sobre su pulso, deleitándose con la vida que radicaba Inej en ese momento.

Inej estaba segura de haber dormido más noches en esa cama que en cualquier otra, ni siquiera Kaz la había usado tanto. En ese momento, con Kaz acostado frente a ella, observándola y enredando sus dedos helados con los suyos, entendió que cada vez que uso esa cama había estado vacía. Ahora, estaba completa.

***

Kaz tenía mal dormir. Se movía mucho, le costaba encontrar la posición adecuada para su pierna, en algún punto cuando el amanecer estaba cerca golpeó a Inej sobresaltándola.

Ella despertó asustada. El ático estaba oscuro y el único punto de luz provenía de la ventana, se habían olvidado de cerrar las cortinas.

Desorientada se asustó por no llevar la camisa, tragó profundo y trató de bajarse de la cama cuando notó la presencia de Kaz. Estaba boca abajo, solo podía verle la espalda y el cabello revuelto.

A veces, cuando pasas por situaciones de este tipo es difícil controlar una crisis de nerviosa. Pueden tomarte por sorpresa en el momento menos indicado.

Podía pasar con un beso, una caricia, un roce inadecuado, o… durante el sexo. No se trata de las sensaciones, no en su mayoría, sino de tu mente. Es la mente la que juega sucio.

En ese momento, su mente la traicionó.

Ver el cuerpo semidesnudo de Kaz, estar en una habitación que no era la suya sin camiseta y con los recuerdos apareciendo en grandes oleadas… Inej solo se dejó caer en su miedo. No supo que un grito se escapó de su garganta.

Retorció las sábanas dejando caer las lágrimas sin control alguno sobre ellas. Estaba paralizada. Aterrada.

—¿Inej? ¿Amor, estás bien? —Sin poder hablar negó con la cabeza descontrolada. —No sé qué hacer, yo…

Inej lo detuvo antes de que se acercara. Se puso de pie corrió hasta donde había dejado su ropa, se envolvió en ella con rapidez. Necesitaba salir de ahí.

—Inej,  no te vayas. Espera.

—No, no. No me toques... Por favor, no.

La mirada.

La forma en la que la estaba viendo Kaz era una que demostraba dolor, ira y vergüenza. Sabía lo que le estaba haciendo a Kaz con su rechazó, lo mismo que en cierta medida le había hecho a ella.

Eso era diferente, ambos casos los eran, pero al final del día Inej solo sabía lo mucho que Kaz estaba sufriendo, mientras ella lo estaba haciendo sentir como si hubiese hecho algo malo, como si fuera… uno de sus clientes.

Kaz dió un paso hacia delante con cuidado, Inej advirtió su cercanía y retrocedió resbalando por algún objeto que se había caído. Se golpeo la cabeza con la pared.

—¡Inej!

Kaz se arrodilló con dificultad delante de ella. Inej limpió sus lágrimas, él quería tocarla pero no sabía si eso le provocaría otra crisis.

—Estoy bien. Estoy bien. —Kaz le ofreció una mano para ayudarla a levantarse, Inej la aceptó. Ese simple gesto relajo mucho la tensión que se había avecindado sobre él.

—Tal vez fue muy pronto para esto.

—No, Kaz. No. Yo quería hacerlo, es solo que a veces tengo estos episodios. Me acosté a las pesadillas, pero por un momento pensé que se estaban haciendo realidad. No puedo evitarlo, de la nada aparecen. Lo siento, no quise hacerte sentir de esta forma ni que me vieras así.

—Hace solo unas horas tuve una crisis, Inej. No es necesario que te disculpes, sé lo que se siente.

Inej no había soltado su mano, su pulso seguía acelerado. Kaz dió un paso vacilante hacia ella y con cuidado la envolvió en sus brazos. Inej se dejó caer sobre su pecho llorando. Se sentía patética, avergonzada y asqueada.

Había pasado noches enteras lidiando con la desesperación que se apoderaba de ella, asegurando los cuchillos en sus fundas en caso de necesitarlo; pasó noches enteras lidiando con esas crisis.

¿Por qué tuvo que tener una cuando estaba con Kaz? ¿Por qué en un momento como ese? Se suponía que al amanecer despertarían juntos, estarían felices por los progresos de Kaz, desayunarían e irían al puerto para despedirse. Ella viajaría a Ravka con sus padres y volvería en un par de semanas, enloquecida por la ausencia de Kaz en su vida.

Eso es lo que debió pasar. En su lugar, se encontraba llorando, incomodando e incrementando la tensión sobre Kaz. No iba ayudarlo que Inej siguiera en ese estado, si seguía así Kaz podia acabar en un situación similar.

No quería que eso ocurriera. Tenía que llevar su vergüenza a otro lado.

—Lo siento, Kaz. —Inej puso una mano temblorosa sobre su mejilla. —Tengo que irme. Lo siento.

—Inej…

—No quiero que vuelvas a verme de esta forma, Kaz. No puedo permitirme esto de nuevo. Tengo que irme.

Inej salió del ático por la ventana corriendo de un tejado a otro, y Kaz supo que Inej no se refería a irse del Listón esa noche sino de la ciudad.

Estaba huyendo justo como él mismo había intentado hacer esa noche. Hizo lo que siempre había prometido no hacer: dejarlo. Inej lo estaba abandonando.

Los Recuerdos De Inej [Inej Ghafa X Kaz Brekker] [Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora