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El beso se estaba saliendo de control. Cada vez iba más rápido, más necesitado. Inej paseo las manos por los hombros desnudos de Kaz, él comenzó a desabotonar su chaqueta.

Lo estaba haciendo lento, le daba la oportunidad de retroceder y al mismo tiempo se la otorgaba a sí mismo. Él estaba nervioso, se notaba. Sus manos estaban temblorosas y su respiración estaba agitada.

—¿Estás bien? —Preguntó Inej. Kaz asintió tragando la acumulación de saliva en su boca.

—¿Tú estás bien?

—Sí. —Kaz dejó la chaqueta de Inej sobre el marco de la ventana. La ayudó a quitarse la camisa y la prenda íntima.

Por primera vez desde que salió de La Reserva estaba desnuda, de la cintura para arriba, delante de un hombre. No cualquier tipo, Kaz. Su Kaz, el chico del que había estado enamorada desde los quince años.

Kaz soltó un suspiro. Estaba vacilando, por su mirada Inej creía que iba a dejar las cosas hasta ahí. Por instinto dejó que su cabello cayera sobre su pecho, al menos así ocultaba su desnudez. Kaz estaba inerte delante de ella, no se movía solo la observaba.

Levantó los brazos para cubrirse cuando Kaz la detuvo. Volvió a tragar con fuerza, Inej observó su nuez subir y bajar con rapidez con cada paso que daba para acercarse más a ella.

—Eres muy hermosa, Inej. Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida.

Bajó los ojos avergonzada. Kaz se inclinó alejando el cabello de Inej hacia su espalda, entrelazó sus manos con las de ella y rozó los labios en el espacio que había entre su cuello y su hombro.

Inej se estremeció.

Había pasado demasiado tiempo desde que había estado con alguien. En algún momento pensó que ese día no volvería a llegar, aunque todos esos meses escapándose al ático de Kaz pensó en esa posibilidad.

Era un deseo latente que se escondía en su vientre y se extendía por todo su cuerpo. Podía estar herida por las cosas que vivió en La Reserva, pero seguía siendo humana. En la últimos meses no había dejado de sentir cosas, de imaginarlas y creer en millones de posibilidades.

Todo se debía a Kaz.

Desde ese día en el muelle él se esforzó por dejar su armadura atrás. Había estado luchando con su contacto, con cada una de las ocasiones que se habían tocado.

Inej se sentía culpable algunas noches por hacerlo pasar por todo ese infierno. No debió de ser fácil, pero Kaz estaba dispuesto y ella quería formar parte de ese proceso.

—Kaz. —Él despegó sus labios de su hombro y la observó. Inej besó sus nudillos lastimados por la pelea de esa noche; besó el tatuaje del cuervo y la copa en su antebrazo, y el que llevaba más arriba, la R que estaba en su bicep. —¿Qué significa la R?

—Rietveld.

—Ese es el apellido que uso el padre de Jesper para…

—Es mi apellido, mi verdadero apellido. Lo cambié cuando Jordie murió, de alguna manera quería dejar todo eso atrás así que… solo lo hice. Mi verdadero nombre es Kaz Rietveld.

—Gracias por contarme, Kaz. —Ella le sonrió y volvió a besar su tatuaje. —Kaz Rietveld, te queda muy bien ese nombre.

Inej se puso de puntas para besarlo de nuevo. Kaz aferró las manos a sus caderas y juntos se movieron hacia la cama despacio, disfrutando de cada momento de ese beso.

Casi medio año atrás Kaz apenas podía soportar el roce de sus nudillos sobre su mejilla, apenas soportaba tomarla de la mano. Ahora estaba ahí, besándola, tocándola. Habían avanzado mucho en tan poco tiempo, no había sido fácil pero el amor que sentían por el otro había bastado para dar ese paso.

Los Recuerdos De Inej [Inej Ghafa X Kaz Brekker] [Editando] Where stories live. Discover now