Él le soltó la mano y sus hombros se hundieron. Tenía la mirada furiosa y avergonzada mientras giraba la cara hacia el mar. Él estaba luchando pero no era el único en la batalla, Inej tenía mucho que dejar atrás para estar con Kaz, con cualquier hombre, y allí estaba dispuesta a todo si él hacía un esfuerzo.

Tal vez fue porque le había dado la espalda por lo que Inej pudo al fin pronunciar las palabras.

Te tendré sin armadura, Kaz Brekker. O no te tendré en absoluto.

Él no dijo nada, de haberlo hecho la situación tal vez hubiese sido distinta. Inej no se engañaba con falsas esperanzas, había dejado ese hábito hace mucho tiempo. Si Kaz hubiese dicho algo que a ella le hubiera parecido un intento para no alejarla, ella se quedaría sin pensarlo dos veces, lo amaba demasiado para renunciar a él tan fácil.

En ese momento creyó que estar juntos no sería tan fácil de todas formas, había mucho peso entre ellos, mucho dolor y ella seguía sin saber lo que pasaba con Kaz, de dónde venía su aversión a ser tocado.

Quería preguntar, quería.

Tal vez le diría, tal vez no. Kaz era conciente del infierno que Inej había sufrido en la Reserva porque no era tonto, sabía lo que pasaba allí. Pero había mucho más detrás de todo eso y no creía que ella pudiese hablar al respecto, no en ese momento. No con él.

Seguía sintiendo vergüenza.

Inej quería ser vista por Kaz como una mujer, una de verdad. No una chica rota y asustada que debía arreglar, no permitiría eso. Ya no quería ser la pobre Inej, o la chica frágil. Todo ese tiempo en Ketterdam, todos esos años con Kaz le habían enseñado a ser una guerrera, había aprendido más de sí misma en ese viaje que en toda su vida.

No iba a ser la chica dañada, aunque lo estaba. Y definitivamente, no iba a ser la chica que se conformara con los destellos de aprecio que pudiese darle Kaz.

La habían secuestrado, esclavizado, violado, torturado y apuñalado más veces de las que podía contar. Los santos tenían un destino preparado para ella, había sobrevivido a todo eso después de todo, pero eso no quiere decir que no deba ser egoísta.

A fin de cuentas, ella no era una santa. No tenía porque martirizarse.

—¿Inej, estás bien? —La voz de Specht la sacó de sus pensamientos. Trató de pestañar para alejar las lágrimas acumuladas antes de volverse a verlo—. ¿Qué vamos a hacer ahora?

—Ravka, por supuesto. No todos los días nos invitan a una coronación y mucho menos a caminar por los pasillos en los que se formó Sankta Alina.

—¿Y después de eso?

—Puede pasar cualquier cosa. —Inej se encogió de hombros y volvió su mirada al mar otra vez—. ¿A caso quieres decirme algo, Specht?

—No.

—Yo creo que sí.

—No hables de esa forma.

—¿De qué forma?

—Usas el mismo tono y postura que Kaz cuando sospecha algo. —Inej se giró para verlo. Ni siquiera sabía que hacía esas cosas. —Supongo que esas cosas se pegan, ¿verdad?

—Es lo mismo que le dije a mi padre.

—¿Por qué no quieres volver?

—No estoy lista.

—Han pasado meses, Inej. Lo que sea que pasó entre ustedes…

—No pasó nada —Mintió.

Todos sabían que había ocurrido algo entre ellos. Lo sabían porque de lo contrario Inej no habría adelantado su viaje de la noche a la mañana, porque Kaz no estaba en el puerto para despedirse de ella, por las miradas de preocupación que se arrojaban Wylan y Jesper cada vez que Inej se daba la vuelta.  Lo sabían por como se había encerrado en el camarote hasta que dejaron atrás Ketterdam.

Nadie estaba dispuesto a preguntarle. Inej era tan peligrosa y voluble como Kaz, y ese era un terreno peligroso. Todo lo referente a Brekker lo era, y ningun miembro de la tripulación quería acabar con un cuchillo en el cuello.

—Solo digo —Specht habló con lentitud, asegurándole que no se trataba de una orden— que tal vez sea hora de volver a casa.

Se fue. La dejó sola. E Inej trató de alejar los recuerdos de su última noche en Ketterdam, no estaba lista para recordarlo. Para reprocharse lo que había hecho, ya había pasado muchas horas encerradas con su culpa y no quería arruinar su viaje cuando iba tan bien.

Los Recuerdos De Inej [Inej Ghafa X Kaz Brekker] [Editando] Where stories live. Discover now