Sus ojos se abrieron demasiado despacio, sintiendo como si sus párpados trataran de separarse a pesar de estar unidos por pegamento. Cada milímetro que conseguía separar era volver a juntarse por completo, dejando todo una vez más en las sombras.
A su alrededor en el pequeño espacio en el que se encontraba todo se veía desdibujado y borroso; los colores de las luces del exterior brillaban demasiado para sus ojos y solo lo obligaban a volver a cerrarlos cuando tanto había estado luchando por abrirlos. Por estas razones le tomó bastante darse cuenta de dónde estaba o qué estaba ocurriendo.
Si no estaba equivocado, estaba recostado en el asiento trasero de una camioneta y alguien, claramente Seokjin, presionaba contra la herida de su costado para detener el sangrado a la vez que ladraba órdenes a quien estaba al volante (¿Jungkook?).
Las voces sonaban amortiguadas y alejadas, acompañadas por un pitido fastidioso y estridente. Lo único que se volvió claro con el esfuerzo y el regreso de su consciencia fue el rostro preocupado de su novio en cuyo regazo su cabeza descansaba.
Probablemente se hubiera mantenido en silencio por el resto del camino, solo admirando la cara de Jin desde abajo hasta quedarse dormido de nuevo, pero su consciencia se vio advertida cuando un reductor de velocidad hizo que el coche diera un brinco y la mano del mayor presionara con más fuerza contra su costado y lo hiciera soltar un quejido de dolor que sumergió al vehículo en un silencio de funeral.
—¡Joonie! Estás despierto —señaló el mayor apresurándose a acariciarle la mejilla con la mano libre. Todo el rostro de Seokjin estaba lleno de heridas y manchado de polvo y sangre.
Recordaba vívidamente que la última vez que lo había visto, cuando se separaron en el pasillo del tercer piso, que llevaba una camisa color marrón claro, pero en ese momento llevaba una camiseta negra.
Miró entonces a su alrededor tanto como pudo y notó que su brazo, el que se había herido cuando cayó al suelo, estaba colgado de su cuello con la camisa en cuestión como cabestrillo. No sentía el dolor de la muñeca, pero se notaba todavía algo fuera de lugar.
—Qué... ¿qué pasó con Daehyun? —preguntó Joon sintiendo la garganta seca. Cada palabra era como pasar una lija por su garganta.
—Llamé a Minji para que fuera a buscarlo. Ya no tenemos que preocuparnos por él, ¿bien? —respondió de una manera que hizo sentir a Joon que en realidad quería que él no se preocupe—. Ahora lo único que importa es llevarte a un hospital.
Namjoon no pudo verlo desde su posición, pero Jungkook miró por el retrovisor y le sonrió con sus dientes de conejito a la vista.
—Estaremos allí pronto, hyung. Aguanta un poco más —aseguró el muchacho.
—¿Y Tae y Jimin?
El menor se rió por lo bajo.
—Nadie está mejor que ellos, te lo aseguro.
Así como parecía, todo estaba en orden. Joon sintió como si un gran peso se le quitara de encima y con un largo suspiro cerró de nuevo los ojos y giró la cabeza lo suficiente para hundir la nariz en el abdomen de Seokjin.
—Cielo, no te duermas —pidió el mayor.
—No lo haré —negó sin sonar muy convincente con su tono débil y somnoliento—, es solo que las luces me están abrumando demasiado.
Los dedos de Seokjin presionaron contra su cabello, masajeando su coronilla y solo ayudando a las ganas que tenía de volver a quedarse dormido. Era un toque tan común y simple, pero Joon se sentía en una quinta nube cuando lo arrullaba de aquella manera. Tenía que mantenerse despierto.
—¿Qué fue lo que ocurrió?
—Cuando nos separamos en el pasillo tuve que arreglármelas para aguantar contra unos diez tipos. Tuve que esconderme en los apartamentos e incluso saltar por las escaleras de emergencia hasta que aparecieron los chicos —explicó en voz baja. Los chicos tenían que ser Yoongi, Hoseok y Jungkook—. Los del NIS llegaron un poco más tarde, cuando ya la diversión se acabó.
—¿Y tus heridas? —inquirió Joon deseando poder mantener los ojos abiertos y levantarse para inspeccionarlo por su cuenta.
—No tengo ninguna muy seria —aseguró—, pero pienso revisarme por si tengo una contusión. Vomité unas dos veces luego de que te fueras.
A pesar de todo, con contusión o sin ella, era un gran alivio escuchar su recuento de los hechos. Tan aliviado estaba que levantó la mano que tenía sana, tanteando con los ojos cerrados hasta que pudo agarrarse al cuello de la camiseta de Jin para jalarlo hacia abajo, para que se inclinara sobre él y estuviera lo suficientemente cerca para susurrarle en un volumen que ni siquiera alguien con un oído entrenado como Jungkook pudiera escuchar.
—¿Cielo?
—Estoy muy feliz.
Seokjin resopló conteniendo una risa.
—¿Estás alucinando, Joonie? —preguntó casi con tono enternecido. Sus dedos siguieron masajeando su cabeza con delicadeza—. ¿Estás feliz porque finalmente atrapamos a Daehyun? ¿Es eso?
El hacker negó con la cabeza y de nuevo pegó la cara al vientre del mayor.
—Estoy feliz porque ya entendí que hacer lo que me gusta no me convierte en él —suspiró contento y su mano se agarró una vez más a la ropa de Jin—. Hay oportunidades para mí fuera de esto.
—Así es.
—Y también estoy contento de saber que estás aquí, conmigo, a pesar de todo.
Esta vez el ex agente no pudo aguantarse la risa que se le escapó. No era una burlona, sino un conjunto de notas suaves que fueron una caricia para el alma de Namjoon.
—¿Qué clase de tonto sería si te abandonara por algo como esto, Kim Namjoon? —interrogó jalando su cabello suavemente, como de cariño—. Tú no lo hiciste en la peor de mis circunstancias.
Estaba cada vez más claro que la pérdida de sangre estaba haciéndole mella. Joon se rió también, unas risitas casi traviesas que perdieron intensidad hasta desvanecerse.
—Serías el tonto más hermoso del mundo, Jinnie.
Seokjin rodó los ojos.
—Claramente estás delirando —declaró no sin humor—. Si quieres descansar puedes hacerlo. Ya te despertaré de ser necesario.
—Te amo mucho, Seokjinnie —dijo en un hilo de voz. Los sonidos a su alrededor empezaban a hacerse más tenues y lo único evidente era el aroma a suavizante de la ropa de Jin—. Lamento mucho haber despreciado... tu cariño... y tu protección.
—Ya está bien, cielo. También te amo. Descansa.
El mayor se inclinó entonces, doblándose lo suficiente para poder posar un beso en su cabello y chitarle bajito para instarlo a que sucumbiera y solo se quedara dormido. Ni aunque hubiera querido hubiera podido resistir, con todos los cuidados de Jin en su herida, en su cabello; el solo sentir su calor a su alrededor era suficiente para arrullarlo.
—Jungkook, pisa el acelerador —ordenó Jin y su voz sonó distante una vez más—. Si tenemos que pagar multas, lo haremos, pero tenemos que llegar ya.
Eso fue lo último que escuchó y lo que resonó en sus sueños por un largo momento.
Llegar ya, llegar ya, llegar ya.
Llegar ya.
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Code Breaker | JinNam {Binary Code #3}
RomanceAl final de cada problema, siempre quedan cabos sueltos; algunos más evidentes que otros y esos, los más pequeños y aparentemente inofensivos, de alguna forma son los que más nos carcomen y persiguen. Luego de la caída de Lee Jeonghan en colaboració...
