Las calles de Bangkok estaban bastante vacías, pero no por ello exactamente muertas; era un día entre semana cualquiera y las aceras estaban iluminadas por postes de luz, algunas tiendas y farmacias 24 horas siendo lo único abierto y habitado por empleados y un par de clientes. A aquellas horas de la madrugada no cabía duda que la mayoría estaba descansando y preparándose para el día laboral que venía.
La solitud para Seokjin era un alivio. Una caricia a su actual rabia y decepción que palpitaban en su interior, agrandándose o cambiando de forma con cada paso que daba.
Si no fuera la una de la mañana, probablemente hubiera llamado a su terapeuta para pedirle consejo, pero ni la mejor de las voluntades merecía ese tipo de falta de respeto; cualquier molestia a la mujer tendría que esperar hasta que saliera el sol. En lo que eso ocurría solo podía avanzar por las calles pateando piedrecitas o jalándose el cabello hasta que el cuero cabelludo le dolía por la violencia.
No calmaba sus nervios, pero ayudaba un poco.
En un momento totalmente aleatorio, sin haber sido incitado por nada en específico, Jin se metió a la tienda de conveniencia más cercana y ojeó por un buen rato la amplia selección de marcas y sabores de cigarrillos que tenían disponibles; cajas de todos los colores, metalizadas y brillantes. Junto a éstas se encontraban también encendedores, desde los desechables de plástico a los más costosos de metal o alguna aleación.
Cerró los ojos y aspiró por la nariz profundamente, dejando salir el aire a la ve que separaba de nuevo los párpados y desviaba la mirada hacia los refrigeradores al fondo del local.
¿Cuándo fue la última vez que se compró un helado?
Tras realizar su compra, Seokjin no tuvo mejor idea que solo sentarse en la acera como un tonto, destapando el helado y empezando a meterse pequeñas cucharadas en lo que dejaba que el frío atenuara las llamas de su interior y lo dejara pensar con más detenimiento.
Recordaba perfectamente la primera vez que conoció a Namjoon. Había aparecido en la cafetería donde trabajaba de gerente encubierto, hecho una adorable bola de nervios que no le quitaba los ojos de encima. Jungkook había insistido en que seguramente era otro cliente más que se había enamorado de él y por un tiempo concluyó que probablemente era el caso.
Al principio no pensó mucho de él fuera de lo superficial, su existencia o presencia en el café no tenía ninguna importancia para él, tan concentrado como estaba en su misión; solo cuando aceptó salir con él fue que empezó a darse cuenta de que quizás había algo más detrás de sus risas silenciosas con cada gesto que Namjoon tenía o las ansias que le entraban cuando lo veía tropezar y lastimarse con las cosas.
Había aceptado salir con él como parte de su papel encubierto, pero más pronto que tarde la mentira hizo mella y comenzó a sentirse como una verdad.
Como era costumbre de aquellos que trabajaban en su campo, Jin se aseguró de investigarlo a fondo antes de siquiera sopesar la idea de permitirle acercarse. La sorpresa que sintió al enterarse de que trabajaba como hacker fue más grata que otra cosa, por más que en su momento quisiera negarlo. Saber que Namjoon tenía contacto con ese tipo de mundo hacía que lo sintiera más... cercano, como si el muchacho pudiera entender su posición mejor al vivir tras la máscara de sus códigos y aparatos.
Terminó la relación tan pronto empezó a sentirse real y por un tiempo se convenció que ese era el final de todo, pero claramente el universo tenía algo más preparado para él.
La impresión y el sentido de traición que lo abrumó al enterarse de que, de hecho, Namjoon llevó todo el tiempo que tenían conociéndose y saliendo intentando acceder a sus archivos más confidenciales para ayudar a hacerle daño fue terrible. Mucho más doloroso que nada que sintió hasta entonces. Quizás todo había sido falso, hasta cierto punto, pero no solo se sentía estúpido por no notarlo antes, sino que engañado.
YOU ARE READING
Code Breaker | JinNam {Binary Code #3}
RomanceAl final de cada problema, siempre quedan cabos sueltos; algunos más evidentes que otros y esos, los más pequeños y aparentemente inofensivos, de alguna forma son los que más nos carcomen y persiguen. Luego de la caída de Lee Jeonghan en colaboració...
