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Nadie sabe quién es hasta que recibe poder o su vida corre peligro.

Horas antes
Barco Trinity

Crystal observaba el suave oleaje del mar perdida en sus pensamientos. David había decidido acompañar a Ana a su habitación cuando terminaron de bailar dejándola sola con sus demonios y sus dudas.

—Espero que todo vaya bien.—murmuró antes de sentir un ligero empujón en su espalda. Dos hombres bastante borrachos caminaban en dirección a los camarotes.

—¿Acaso está sola-a?—le preguntó uno acercándose demasiado.—Mi amigo y yo podemos hacerle compañía.

—No es necesario señor.—trató de esquivarlo, pero el hombre tomó su brazo.

—Solo-oo serán unos minuto-os.—arrastró las palabras con dificultad.

—Cariño.—se escuchó una voz y Crystal parpadeó un par de veces al ver a David corriendo hacia ella.—Te estaba buscando, quiénes son...

—¡Déjalos ya!—se quejó el otro y arrastró a su amigo con él marchándose.

—¿Cariño?—Crystal arqueó una ceja divertida.

—Fue lo primero que se me ocurrió.—se encogió de hombros.

—Suena más creíble que me llames “querida hermana”

David frunció el ceño.

—Estoy seguro que a Connor y al resto no los regañaría.—se colocó a su lado.

—Ellos han estado más tiempo conmigo.—replicó.—Y no tienen 22 años.

—Si esto es un problema de edad, qué me dice de mi señor.

—Él es mi compañero.—hizo un ademán restándole importancia.—Por nuestro trabajo tenemos más libertades de trato.

—Creí que ya no eran compañeros.—se hizo el desentendido como sino hubiese sido participé de todo el plan que Bleiston y Crystal venían ejecutando.

—¿Sabes? Hacerte el tonto no se te da bien, David.—Crystal le dió un pequeño empujoncito con su mano.

—Por lo menos lo intente.

—¿Les dijiste a tus parientes a dónde íbamos?

—No.

—¿Ni siquiera una pista?

David volvió a negar.

—Tu tío debe estar furioso.

—¿A qué se refiere?

—Sé que James Lancaster insistió en que te convirtierás en alumno de Damien porque quería vigilarlo ¿o me lo vas a negar?

—No, así fue.—se encogió de hombros.—pero su interés no es el mismo que el mío y supongo que usted ya lo sabe.

—¿Qué te hace pensar eso?

—El que ambos estemos en el mismo barco es un buen indicio.—respondió mirándola fijamente.—usted no iría ni a la esquina con un hombre en quién no confía.

—Touche.

—En todo caso agradezco que me haya elegido para este viaje.

Crystal hizo una mueca.

—Solo fue una casualidad, David.

—Mi primo solía decir que las casualidades no existen y estoy de acuerdo.—admitió con vehemencia.—por eso me intriga saber qué nos depara en Francia.

Buscando Tu PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora