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Camara de Lores
Parlamento inglés

Henry se pasó una mano por el mentón tratando de calmarse mientras escuchaba como uno de los nobles despotricaba contra él y su intención de impedir que Inglaterra interfiera en una guerra. El parlamento estaba en un punto álgido con los ánimos caldeados y cualquier cosa que se dijera desataba una batalla verbal.

Su amigo el duque de Ruthland se mantenía en silencio, había faltado a las tres últimas sesiones por acompañar a su esposa que acababa de dar a luz y no sabía muy bien que estaba pasando.

—El trono de España también es de interés de Inglaterra. Quién se siente en esa silla por los próximos años determinara si seguimos o no manteniendo una buena relación con ese país, no podemos ser indiferentes.—concluyo el primer ministro dando por finalizada la sesión.

Henry apretó los dientes mientras se subía a su carruaje. Allan se le unió ya que ambos iban al mismo sitio. La residencia del duque.

—Dejo de asistir unas semanas al Parlamento y parece ser que estamos a punto de entrar a una guerra.

—La próxima vez no te ausentes por tanto tiempo. Quizás se nos ocurra adueñarnos de Europa.

—Muy gracioso.—hizo una mueca.—Entenderás mi sentir cuando nazca tu bebé, créeme no querrás despegarte de su lado.

—Suenas como un versado en el tema.

—Ya tengo dos hijos. Algo sé al respecto.

El conde sonrió, tenía que admitir que también se encontraba algo impaciente porque su bebé nazca, aunque si era honesto rogaba a los cielos que fuese una niña. Su madre ya había armado toda una habitación llena de vestidos y regalos para su futura nieta, así que no quería ni imaginar que pasaría si se trataba de un varón.

Él los amaría por igual, pero no estaba seguro de querer aguantar las quejas de la condesa viuda.

—Ahora si serías tan amable de contarme exactamente qué está pasando en España y porque el rey está presionando para que hagamos algo al respecto.

—Existe un problema de sucesión en el trono de España. El infante Carlos quiere el trono de su sobrina Isabel.

—¿Y puede obtenerlo?

—Antes de que derrogaran la ley de sucesión fundamental el trono era suyo, pero ahora le pertenece a su sobrina. La reina María Cristina, madre de la joven, está gobernando como regente hasta que su hija crezca y ha solicitado a su majestad apoyar su causa contra su cuñado.

—¿Qué?—Allan frunció el ceño.—No podemos interferir de esa forma en una guerra civil ajena ¿Qué pasaría si el Infante llega a ganar? ¿Acaso eso no empeoraría nuestra relación con España?

—Tienes razón, no podemos. Es por eso que en caso de que se apruebe nuestra participación, no se enviara a nuestro ejército.—Ruthland lo miró confundido.—El rey planea hacer una convocatoria en todo Reino Unido para buscar voluntarios. Los que participarán en esa guerra no seran soldados, Allan sino campesinos y plebeyos, por eso intento detenerla.

—Es una locura.—el duque se llevó una mano a su cabello, desordenándolo.

—Aún hay más...—Henry se acomodó mejor en el asiento.—En mi última reunión privada con el primer ministro me enteré que la princesa Isabel aún no está comprometida con ningún caballero.

—¿Y quieren comprometerla con uno de los nuestros?

—En efecto, quieren que el próximo príncipe consorte de España sea inglés.

Buscando Tu PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora