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Marcus paseó su mano por los lomos de los libros sin decidirse por cual tomar. Lo que había visto en la residencia de Somerset lo tenía pensativo y quería averiguar más al respecto.

Había leído en alguna parte que era común que los hombres tuvieran alucinaciones cuando tenían fiebre. Una vez en el orfanato un niño se había enfermado y no paraba de repetir que había un caballo en la habitación mientras su pequeño cuerpo ardía.

Pero Lord Murgot no tenía fiebre, se recordó revisando los títulos de los ejemplares.

—Parece ser que algo llama tu interés, Marcus.—una voz masculina hizo que se girará. El arzobispo de Canterbury lo observaba de hito en hito.

No le sorprendía en absoluto encontrarlo allí, después de todo esa biblioteca pertenecía a la colección personal del obispo con ejemplares únicos traídos de todo el mundo. Había pocos lugares en Inglaterra que se asemejaran a la vasta colección de archivos y documentos que el arzobispado mantenía en su poder. Muchos de ellos eran de conocimiento únicamente del caballero que tenía enfrente.

—Es un gusto verlo excelencia.

—Puedo saber qué buscas.

—Un amigo cercano me contó que últimamente ha empezado a ver ciertas cosas...

—¿Cosas?

—Alucinaciones y quería ver si puedo ayudarlo.

El hombre mayor tomó uno de los libros de la estantería y se lo entrego.—Este libro llegó hace poco, dicen que es de un psiquiatra famoso Jean Étienne Dominique.—leyó el nombre del autor en la contraportada.—Esta en francés, pero asumo que dominas el idioma.

—Lo hago, gracias excelencia.

Marcus tomó el libro y decidió retirarse a su residencia, pero un objeto llamó su atención.

—¿De qué son estos libros?—pregunto al ver que tres ejemplares se encontraban encerrados en una caja de cristal bajo llave.

—Son relatos fantasiosos.—respondió el arzobispo queriendo cortar el tema, pero Marcus insistió.

—¿Por qué están encerrados?

—Porque deben estarlo.—Crawing frunció el ceño, pero antes de que pudiera protestar el arzobispo añadió.—Son libros tan complejos como problemáticos Marcus, no cualquiera puede entenderlos.

Se apartó de él y siguió con su camino. Crawing lanzó un largo suspiro antes de retirarse. Lamentaba no saber exactamente de qué se trataba, pero no tenía tiempo para averiguarlo.

Hace poco había recibido una carta de su sobrina. Al parecer Susan se había convencido de que casarse era su mejor opción, pero temía que el conde le hiciera daño.

Marcus sabía lo difícil que era afrontar el pasado para un caballero como Glamorgan. Sin embargo tarde o temprano las cosas caen bajo su propio peso, no importa cuánto se trate de huir.

Él lo sabía mejor que nadie.

Dejar el ejército nunca fue una decisión fácil, no solo porque el honor de su familia estaba en juego, sino porque le costó reconocer que había dedicado tantos años a algo que jamás le hizo feliz.

Su nuevo estilo de vida le trajo la paz que tanto buscó, pero no podía negar lo que fue, ni lo que hizo, aunque no se sintiera orgulloso. Era un proceso largo que requería paciencia y comprensión, Susan poseía ambas virtudes, así que esperaba que ambos pudiesen congeniar y que sus reservas hacia la familia Murgot sean infundadas.

Miró el libro que sostenía entre sus manos antes de subirse al carruaje. Su deber era velar por el bienestar de su sobrina y eso es justamente lo que haría.

Buscando Tu PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora