Capítulo 11:

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En las últimas notas, Jed me echó hacia atrás, sujetándome por la parte baja de la espalda para que no me cayera. Nuestros rostros quedaron peligrosamente cerca, y subí mis ojos a los suyos, con él devolviéndome la mirada. Así nos quedamos unos segundos, entonces, Jed rompió los pocos centímetros que nos separaban, y me besó.

Si de por sí las primeras dos veces en las que me había besado, me había sentido como nunca, en esa ocasión específicamente sentí que el mundo a nuestro alrededor se detuvo. Tuve la sensación de que solamente existíamos nosotros, en el patio de esa casa abandonada. Mientras sus labios se movían con delicadeza sobre los míos, un escalofrío me recorría la espalda, como nunca antes me había pasado.

— Nuestro segundo-primer-beso— comentó en voz baja, jalándome para que nos incorporáramos otra vez.

Sólo pude asentir. Estaba aturdida, y mi corazón martilleaba con fuerza contra mi pecho.

Me parecía increíble e irreal que algo así de fabuloso y mágico, me estuviese pasando a mí precisamente. Yo, que siempre me había empeñado en dejar clara mi posición con respecto al romance, estaba con las piernas hechas mantequilla.

Jed me puso un mechón rebelde de cabello por detrás de mi oreja, luego me tomó por la mano y me guió hasta la tienda. Ambos nos sentamos encima de las mantas y los almohadones. Apoyé las palmas en el piso, un poco más atrás de mi cuerpo, para así quedar en una cómoda posición: con las piernas estiras, y un poco echada hacia atrás. A pesar de tener la tela encima de nuestras cabezas, el cielo se divisaba con facilidad.

— Me alegro de que te haya gustado la sorpresa— dijo Jed en voz baja.

Giré un poco el rostro para mirarlo.

— Me encantó— aseguré, sonriendo ligeramente.

— Chucky— llamó de nuevo—. ¿Tú sabías que las estrellas narran historias?

Fruncí el ceño, confusa.

— ¿Historias?— asintió—. Pero, ¿cómo?

— Cuando era muy pequeño, mi abuela me contaba historias sobre el espacio, los planetas, e incluso, el origen del universo— comenzó a narrar bajo mi atenta mirada—. Una vez, me dijo que las estrellas cuentan nuestras historias al mundo, y a cada uno de nosotros nos cuentan las historias del mundo. Yo no entendía muy bien a lo que se refería; debía de tener unos ocho años— puso una mueca divertida—, pero me explicó que por eso es que a veces hay noches sin estrellas, y otras en las que alumbran el cielo con mucha intensidad; porque hay momentos en los que la historia de la persona que nos están mostrando, pasa por uno o varios momentos oscuros.

Me quedé pensativa un segundo.

— O sea que, en estos momentos, ¿las estrellas le están contando mi historia a alguien?

— No a alguien, a mí— corrigió.

— ¿Qué?— me incorporé, totalmente sumida en la conversación.

— Solamente las personas a las que le importas, ven tu vida— explicó.

Sentí miles, millones, de mariposas revolotear en mi estómago.

— Entonces...— miré hacia el cielo—, eso es lo que nos cuentan las estrellas.

Miré a Jed otra vez, quien asintió.

— Jade, yo...-

— ¿Sabes lo que me contó mi madre una vez?— dije yo, cortándolo a lo que fuera que iba a decir.

Tenía miedo de que fuera algo malo. Me asustaba, más bien, me aterraba, nada más pensar que este momento podría ser arruinado por algo. Era demasiado perfecto.

Lo que nos cuentan las estrellas✅Onde histórias criam vida. Descubra agora