Capitulo 20

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—Mi pequeña ****

Frente a sus ojos había un hermosa mujer de violáceos ojos y una hermosa cabellera azul, aquella le sonreía con fraternidad, su dulce mirada le parecida conocida.

—¿Madre?

—Vamos, como te prometí iremos a ver el reino de las hadas.

—¡Enserio¡ Vamos, vamos mami.

—¿Eh?

—Oh no le dije mami, lo siento madre.

—No te preocupes, puedes llamarme asi cuando quieras mi pequeña.

—Muy bien mamá.

Ambas damas caminaban en silencio por aquel hermoso bosques, la niña se detenía a recojer algunas flores mientras su madre la observaba en silencio.

—Mi niña préstame mucha atención.

—Si madre.

—Cuando crezcas deseo que encuentres el amor.

—Esa cosa limitará mi entrenamiento para tomar el trono madre, mi principal interés es darte una vida tranquila.

—Cariño, no te sientas obligada a tomarlo, es mas importante tu felicidad.

—No me interesa en lo absoluto.

—Cuando lo encuentres lo haras y vas a combatir por el a dientes y garras.

—Madre.

—Cuando conocí a tu padre, me convertí en la mujer mas feliz que pudo existir en el mundo, quiero que tu también lo seas.

—¡No lo quiero!

—Cariño...

—¡No lo quiero, es asqueroso, repugnante, un estorbo en mi vida, podre alabar a la luna pero jamas aceptaré el amor en mi vida, no quiero ser como tu, quiero ser mejor que tu, el amor te hizo débil madre, nuestra raza es fuerte y orgullosa, arrogante, tu eres patética para ser soberanar!

— Quizas seamos una raza orgullos y arrogante como los demonios, pero tanto en sus corazones como en el nuestro existe el amor y la bondad.

— La abuela tenia razón, eres repugnante.

— Eres la viva imagen de tu padre, pero tienes mi caracter.

Aquella escena le parecía desagradable el comportamiento de la niña a su madre era triste, la imagen a sus ojos se distorsiono poco a poco, se encontraba en absoluta oscuridad, poco a poco y en intervalos de borrosos momentos veía otra imagen.

Su corazón latía desenfrenada mente, frente a ella se encontraba la misma en brazos de un joven azabache, podía ver las lagrimas derramadas por el mismo, el cuerpo de la azabache se había desangrado gracias a una espada atravesando su corazón.

Tarde o temprano moriría, un rubio de ojos verdes se detuvo frente al azabache, se veía exaltado y cansado, lo reconocería en cualquier lugar, las lagrimas no cesaban de sus ojos, un pitido llenaba sus oídos pero podía leer los labios de ellos.

—¡No, no, no por favor no me dejes!

—¡Aléjate de ella maldito traidor!

—¡Cállate Z*****, Aalis, no te duermas, mírame!

—Meliodas nos volveremos a ver, así que mantente tranquilo.

—No mientas por favor, no me mientas asi, quedate conmigo.

—Incluso después de la muerte te sigo amando como la primera vez, cuida de Z****.

—Tonta, no debiste meterte... No te vayas por favor, no quería verte llorar soy un idiota.

Revelación. (Meliodas y Tú) #1[EDITANDO]Where stories live. Discover now