Capítulo 9

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La dulce sonrisa de la joven fue opacada tras ver la severa pero turbada mirada del joven, perdida en algún punto inexistente, no entendía porque estaba asi de aquella forma tan moribunda, pero le incomodaba de cierta manera verlo mal.

—Se que te preguntas porque estoy aquí.-suspiro— No se que tienen planeado las diosa, me esta preocupa que hagan algo con los que tienen presos o llamen a Mael.

—¡Oh! Entonces es eso.-La calida sonrisa de la joven lo tranquilizó.—Te puedo decir lo que se si eso te tranquiliza.

—¿En serio?, se que no te gustan los enfrentamientos y sería como estar de mi lado.

—No importa mucho, si tuviera que elegir un bando, elegiría el tuyo.- aquélla declaración sorprendió a el demonio.— Eres como un hermano pequeño para mi.

El príncipe menor se sintió agradecido, había perdido a su hermano mayor, pero ahora había encontrado a alguien que le daba la mano aun después de ser un demonio, algo que solo su amada había echo por el y aquella persona, pero ella sin ser nada de el, lo apoyaba dándole la espalda a sus amigos por el, para los ojos de ella, no era tan malo no era de ningún bando pero apoyaba a sus amigos como podía.

—Bueno te diré lo que se.-Esta se detuvo a pensar unos segundos.

—¿Y bien?

—Bueno Gloxinia me dijo que habían secuestrado a varios de la raza demoniaca para utilizarlos como intercambio.

—¿En qué sentido?

—Querían un tratado de paz, aunque yo no me confiaría jamas de las diosas, te lo digo como consejos, ellas no son de fiar.

—Lo se, ¿Nada más es eso?

—Si, solamente que mantente alerta.

Aquel la abrazo, tomando la por sorpresa, no le desagradaba el contactó mas bien la forma en que el le demostraba cariño era adorable, sus ojos tormentosos se encontraron con los esmeraldas del joven mandamiento, trayendo a su mente cierto rubio, esto provocó que su corazón se acelerara y su cuerpo se tensará.

—¿Sucede algo?, estas muy tensa.

—No, no es nada.

—Por cierto, me entere que Meliodas esta aquí, con esa diosa, se que es extrañó pero, quería saber como estaba el.

—¡Oh! Pues el, no sabría decirte realmente, supongo que bien en lo que cabe.

—Bueno, dime al menos como estuvo hoy con lo de la luna azul.

—Verdad, feliz luna azul Zeldris, me entere que en tu raza esta fecha es muy importante.-suspiro suavemente.

—Si, lamento no habértelo dicho, lo había olvidado, pero, ¿Cómo te enteraste?, nosotros no decimos mucho sobre nuestras celebraciones importantes.

—Meliodas, el me lo dijo hoy.

—¿Porque te lo diría el?

—No es desagradable, mas bien es otro pequeño Zeldris aunque a el no lo veo como a ti enano, tu eres especial.

—¿Entonces se llevan bien?- Pregunto, ignorando el echo de que lo había llamado enano, la de ojos grises afirmó algo dudosa de su respuesta, ya que no se veía del todo convencido el mandamiento.

Aquella noche hablaron de variadas cosas, la madrugada era fría pero la compañía que se brindaban hacia el ambiente calido, ambos se sentían como en familia.

Comenzaba a amanecer, el joven decidió irse antes que los patrullajes de las diosas comenzaran, de este modo se despidio de la joven con un beso en la frente pues esta ya estaba dormida en el sofa, emprendió su vuelo, perdiéndose en el horizonte, si tan solo la joven hubiera comprendido que era la última vez que lo veria tranquilo, no lo hubiera dejado ir, incluso si tenia que enfrentarse a las diosas para protegerlo.

•••

Mientras en alguna otra parte del inmenso bosque de las hadas, el príncipe mayor hablaba con cierta diosa, que en días pasados había amado como ninguna mujer y que ahora a sus ojos solo era una diosa mas del monto, esta estaba preocupada por la extraña seriedad del demonio.

--Meliodas, ¿sucede algo?

--Elizabeth, tenemos que terminar.- había sido tan directo y frío como cuando lo conoció, la semejante no se lo había esperado.

--Pero, ¿Por qué? ¿He echó algo mal?

--No, pero, realmente creó que es lo mejor para los dos.

--Pero...

--Ya tome la decisión que Ludociel pidio Elizabeth.

--Entonces al menos, ¡Finge que seguimos juntos estos últimos días!

Su desesperación era notoria a kilómetros, aunque a el no le agradara la idea, había aceptado con un simple asentamiento.

××××××××

Los minutos pasaban en aquella tarde, podían oirse las fuertes explosiones a lo lejos, sus delicados pies descalzos no paraban de correr, mismos que sangraban, el dolor en sus plantas era lo minimo que le importaba aquel día, una hada la seguía, implorando le que se detuviera.

--¡Por favor, detente!

-- ¡Gerheade, yo no me detendré!.

Aquella dejo de seguirla al ver como se aproximaba a el lugar donde se había generado la pelea entre uno de los cuatro arcángeles y dos mandamientos, aquella hada, había quedado atrás, sabia el peligro que correría si no se detenía, no pudo detener a su única amiga perdiendo la de vista al igual de como había pérdido a su hermano.

La joven de ojos grises miraba la escena que se precenciaba frente a ella, dos mandamientos inconcientes y 3 arcángeles, el príncipe demonio se encontraba acompañando a la diosa, pero ninguna señal de sus amigos.

Los ojos jade de el joven se encontraban inquietos y llenos de pesar, pues la mano de la diosa lo detenía de ir y defender a los suyos, se atormentaba a si mismo, aquellos que habían sido sus compañeros seria asesinados frente a el, los habían engañado y utilizado.

[EDITADO]

Revelación. (Meliodas y Tú) #1[EDITANDO]Where stories live. Discover now