Capítulo 51 | Nuestro final

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GRACE

La Sala de los Espejos la envolvía por todas partes, reflejándole imágenes de cientos de pares de ojos, todos ellos cernidos sobre ella, la Elegida. Los suyos, sin embargo, permanecían fijos en la mirada amarilla de Connor Blackwood.

Toda la serenidad y firmeza que había aunado a lo largo de esas semanas se disipaba en cuanto tenía a ese hombre cerca. Casi no podía respirar y su olor a sándalo excitaba hasta la parte más profunda y privada de su cuerpo.

El pulso se le aceleró violentamente, captando sus ojos directos e indescifrables. Connor mantenía las manos juntas, encima de la mesa, y apretó el mentón en cuanto ella se atrevió a sonreírle. Parecía realmente enfadado.

Quizá había ido demasiado lejos presentándose ante el Consejo con la marca de su cuello visible, en una clara declaración de intenciones.

Y se le encogieron las entrañas, mientras las palabras de su hermano volvían a ella ahora con acidez.

"Le estás rechazando ahora, Grace, ante él y ante el poder o el dios, si es que existe, que os ha marcado como almas afines".

¿Y si le había perdido ya?

—Señorita Andrews —la voz de Valeria Lancaster llegó a sus oídos, lejana y fría—. Como principal afectada por los crímenes cometidos por Francesca Eastwood, nos gustaría contar con su versión en este juicio.

Grace se esforzó en romper el contacto visual y su semblante volvió a ser impertérrito, dirigiendo sus ojos a aquella reina.

—¿Está preparada?

—Sí, Su Majestad —respondió, con voz firme—. Lo estoy.

Sus padres le habían advertido de los protocolos y las reglas que se mantenían en aquella sala. No debía esconder las manos ni utilizar la magia. Tampoco debía mostrar ningún signo de debilidad, siendo estudiada por las principales cabezas representantes de La Glimera, pero no estaba segura de poder lograrlo.

Un ángel de mediana edad, situado a media altura, le dio voz. Y volvió a explicar, por enésima vez, cómo habían sido sus diecisiete años de vida y la relación que había mantenido con Francesca.

En su relato omitió muchas de las difíciles situaciones que había hecho frente siendo tan solo una niña.

No habló de los maltratos continuados en los orfanatos de niños híbridos.

No habló de los internados para desviados antinaturales, de los que tuvo la suerte de escapar teniendo tan solo diez años.

No habló de cómo era vivir en casas de acogida, ni en la propia calle, siendo un paria social.

No quería que su madre, a tan solo unos metros de ella, volviese a sentir aquel dolor.

Y no hacía falta verbalizarlo, porque todos en aquella sala eran conscientes del daño arbitrario que realizaban a personas inocentes, solo por ser seres mestizos, pobres y sin apellido.

—¿No desea añadir nada más? —para su sorpresa, fue Valeria Lancaster, la reina de los demonios, quien la instó a hurgar en aquellas heridas.

—Sí, Su Majestad —comenzó, con voz trémula. Madison Blackwood apretó su mano con cariño sobre la mesa y Grace, sorprendida, se volvió hacia los ojos verdes de la madre de Connor.

—Puedes decir todo lo que quieras, Grace —dijo Madison, con firmeza—. Eres una Elegida y cuando cumplas dieciocho años y si lo aceptas, ocuparás tu puesto junto a mis hijas, a mi lado. No tengas miedo de verbalizar nada en esta Sala.

Cuando fuiste mía (LA GLIMERA #1)Where stories live. Discover now