Capítulo 35 | Cuando fuiste mío

5K 754 430
                                    

GRACE

La madrugada, en todo su esplendor, caía sobre los bosques de Mystic Hollow. Grace se abrazaba al edredón, tumbada junto a Connor Blackwood en un viejo colchón que habían sacado al jardín trasero del Caserón. Llevaban allí horas y pese a ser noviembre y encontrarse en plena naturaleza, la temperatura era ligeramente cálida. Grace culpó de ello al cuerpo de Connor, a su lado, y a la magia que rodeaba ese lugar.

—¿Y la Osa Menor? —preguntó Grace, apoyada en su pecho.

Connor dibujó la constelación, siguiendo los puntos brillantes de las siete estrellas.

—Justo ahí, ¿la ves?

—Sí, ya la veo... —Grace sonrió levemente—. ¿Te enseñó tu madre a ver las constelaciones?

—En realidad fue Noah, el exnovio de mi hermana —medio sonrió Connor al acordarse—. A veces me llevaban con ellos de excursión cuando yo era muy pequeño, a él le gustaba mucho la astrología.

—¿Es astrólogo? 

—No, es policía.

Grace se tensó de forma instantánea bajo las mantas. No tenía buena experiencia con la policía, ni con la de los humanos ni con la de su submundo sobrenatural. 

—Tranquila, creo que ya es un poco tarde para denunciarte.

Grace se irguió en el colchón, tapándose el cuerpo desnudo con el edredón.

—Técnicamente no te robé nada —dijo a la defensiva.

—Técnicamente era tu intención.

—No puedes probarlo, Blackwood.

—Te colaste en la mansión —le recordó Connor, antes de sonreír con curiosidad—. ¿Siempre has robado joyas?

—Cuando vivía en Nueva York robaba y falsificaba obras de arte —dijo Grace con un suave gesto. No le gustaba hablar de eso. No con él.

—¿Tú? —Connor alzó una ceja, incrédulo—. ¿Te gusta el arte?

Grace le miró a los ojos, de pronto desconcertada. Nunca se había hecho esa pregunta. Se le daba bien dibujar e identificar las obras, los trazos y su valor. Siempre había tenido un don para todo lo que fuese artístico, pero ella no era una artista. Era una estafadora. 

—No lo sé, supongo —se encogió de hombros—. También me gustan las joyas y no las llevo puestas.

Connor soltó una carcajada al escucharla, sacudiendo la cabeza.

—Grace, deberías focalizar tu talento en algo de provecho.

—¿Como estudiar historia? —Grace arqueó las cejas, divertida, sibilina—. Sí, seguro que eso me augura un futuro prometedor.

—No te pases —le advirtió Connor con una sesgada sonrisa. Agarró su cintura y la tumbó de nuevo a su lado, pegándola a su cuerpo—. Llevamos un día entero sin discutir, señorita Grace, mantengamos la paz.

Grace sonrió con suavidad y se fijó en su rostro, relajado a su lado. Observó el tono amarillo salvaje de su iris, su barba de dos días y los mechones que le caían sobre la frente, desordenados. Deslizó los dedos por su mentón y su mejilla, en una suave caricia. Connor cerró los ojos y movió la cabeza, buscando su tacto.

A Grace se le encogió el corazón y supo, con absoluta certeza, que se había enamorado de él. En algún momento, entre la noche que la encontró en La Glimera y esa madrugada, sus sentimientos hacia Connor habían cambiado. No era solo atracción física y no reconocerlo sería mentirse a sí misma.

Cuando fuiste mía (LA GLIMERA #1)Where stories live. Discover now