Capítulo 1 | Híbrida

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GRACE

Los ojos de Grace eran increíblemente azules cuando conservaba su parte enteramente humana. De lo contrario, el destello violeta de su iris sorprendía a todos los licántropos, brujas, ángeles y demonios que podía encontrar a su paso. No solo por su viveza inusual, sino porque eran el reflejo de su naturaleza híbrida, ser mitad loba, mitad bruja.

Esa misma naturaleza híbrida la había llevado a vivir en orfanatos, casas de acogida, la misma calle cuando consiguió escapar del sistema y, ahora, en aquel destartalado edificio de okupas que, como ella, habían tomado las calles de Chicago como propias en un intento de mantener su lugar en el mundo violento en el que vivían. Un lugar y un barrio tan lúgubre que apenas la policía se atrevía a cruzar con el coche.

Su apartamento, por decirlo de alguna manera, ya que suyas solo eran las pertenencias que guardaba en una bolsa de viaje, estaba situado en el peor barrio de los suburbios de Chicago. Lo compartía con Jackson, un licántropo que llevaba viviendo en La Resistencia, como a él le gustaba llamarlo, desde mucho antes de que Grace decidiese pisar ese lugar.

También solía vivir con ellos Francesca, o Frannie, las veces que se dignaba a pisar el edificio entre los novios multimillonarios que iba enumerando cada mes. Francesca era un demonio, y no porque su carácter fuese especialmente difícil o fuese una estafadora en potencia, sino porque literalmente era un ángel caído, con padres desconocidos, que desde que tuvo uso de razón aprendió a utilizar sus poderes para el mal común o, como pensaba Grace, para su propio y único beneficio.

De vez en cuando ese apartamento estaba habitado por muchas otras "especies", dependiendo del nuevo desgraciado al que Jackson había decidido salvar esta vez, que después iban ocupando las habitaciones libres o recovecos que encontraban en el bloque de edificios que habitaban. A Grace nunca dejaba de sorprenderle la cantidad de ocasiones que llegaba a ese destartalado lugar y encontraba a chicos jóvenes, como ellos, sintiéndose por fin seguros al encontrar un refugio y un techo.

Todos habían sido, de una manera u otra, abandonados por una sociedad y un mundo que deberían haberles acogido cuando nacieron. Las razones para esa marginación eran muchas, y podían ser tan banales como el abandono de un recién nacido por simplemente no poder cuidarle, u otras, como era más a menudo, a que sus naturalezas no estaban bien vistas ni recibidas en la comunidad aristocrática sobrenatural que conformaba La Glimera.

En ese mismo instante era octubre, la ciudad comenzaba a llenarse de colores cálidos propios del otoño y Halloween se celebraba por fin esa noche. Para una adolescente de diecisiete años como Grace, una fiesta destinada a los niños no debería ser tan ansiada, pero en su caso, era el único momento del año en el que podía disfrutar enteramente de su naturaleza, ya que nadie, ni siquiera un licántropo de pura raza que no perteneciese a La Resistencia, podría advertir en mitad de la calle si su aspecto se debía a su mezcla no aceptada de naturaleza o, por el contrario, tan solo era un vulgar disfraz. Además, ese Halloween iba a ser ligeramente diferente.

—De acuerdo, tienes el fin de semana libre —respondió finalmente su jefe, un hombre que rondaba la cincuentena y que nunca le obligaba a hacer horas extras, le respetaba los turnos e incluso le pagaba las horas libres.

Grace salió de su ensimismamiento, terminando de poner uno de los cientos de cafés que servía todas las mañanas en aquella cafetería del barrio de The Loop, en el centro de Chicago. Una cafetería que, para estar dentro del distrito financiero, era increíblemente hogareña y parecía ser más propia de un pueblo de Dakota del Norte que de aquella ciudad. Grace trabaja allí cinco días por semana, de forma salteada, en turnos de mañana o tarde. Su segundo trabajo no podría decirse que fuese tan familiar, y mucho menos contaba con jefes comprensivos.

Cuando fuiste mía (LA GLIMERA #1)Where stories live. Discover now