Capítulo 26 | Tienes tres días

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EMMET

Ese día de noviembre era tremendamente frío, pero Emmet apenas percibía el aire gélido llegar a sus pulmones. Permanecía apoyado en su Cadillac Escalade, el coche que le otorgó La Glimera cuando entró a formar parte de La Hermandad. Y con la mirada fija en las puertas de Constance Billard School, una escuela privada y exclusiva ubicada en el centro de Chicago, esperaba a Katherine Blackwood.

Emmet era plenamente consciente de que él era la última persona a la que Katie querría ver.

Y también era plenamente consciente de que aquella tarde no iba a ser fácil ni cómoda.

Pese a ello, no iba a dejar la seguridad de Katherine en manos de ninguna otra persona. No después del encuentro que mantuvo con Francesca Eastwood esa misma mañana.

—Teníamos un trato —le había advertido Francesca, con los ojos inyectados en sangre, en su color rojo original—. Yo devolvía la maldita tiara y tú me decías el paradero de Connor Blackwood.

—No te dije en ningún momento que yo conociese ese paradero —Emmet se había inclinado hacia ella, conteniendo el impulso creciente de matarla—. La próxima vez que quieras llegar a mí para un favor, no vuelvas a hacerlo a través de Alexia. No vuelvas a manipularla.

Emmet había ido a primera hora de la mañana a La Resistencia, lugar que Francesca no había abandonado en un intento de estar presente cuando Grace volviese. Sin embargo, esa posibilidad parecía cada día más lejana para ella. Se quedaba sin opciones.

—Me acercaré a Alexia las veces que quiera —contestó Francesca, enfrentando sus ojos, peligrosa—. Y te aseguro que esto me lo vas a pagar.

Emmet agarró la puerta de entrada con la mano, con fuerza, impidiendo que ella la cerrara. Dio un paso hacia esa maldita demonio.

—No vas a condenarla aún más, no lo voy a permitir —Emmet habló despacio, cerrando una de sus manos en un puño para controlarse—. Estás sola en esto, Francesca.

—No vas a meterte en medio —la locura recorrió los ojos de Francesca en ese instante, lejos de sí misma. Perdía el control, por Grace y por Alexia. Por la culpa. Sintió tanta rabia que una sola idea cruzó su mente—. Y si lo intentas, mataré a Katherine Blackwood. Debería haberla escogido a ella y no a Grace.

El poco juicio que quedaba en Emmet se perdió. Agarró a Francesca del cuello y la pegó contra la pared, dispuesto a matarla.

—¿De qué estás hablando? —le espetó, sus propios ojos se volvieron de un color rojo oscuro. Su naturaleza más sombría, peligrosa, demoniaca, salió a relucir—. Si le pones un solo dedo encima a Katherine, si lo intentas, seré yo quien te mate a ti.

Francesca soltó una ronca carcajada. No hizo el intento de defenderse.

—Te dije que ella era una... distracción...—murmuró. Los dedos de Emmet aferraban con fuerza su cuello, le costaba respirar.

—Cállate, Francesca —le advirtió.

—No...vuelvas... jamás a traicionarme, a jugar conmigo...—Francesca agarró con fuerza su muñeca. En apenas unos segundos, una grave quemadura apareció en la piel de Emmet, obligándole a soltarla con un alarido de dolor.

Podría ser más fuerte, pero los poderes de Francesca eran muy superiores. Sangre real recorría sus venas.

—Si Grace no vuelve...—continuó Francesca, tosiendo mientras se llevaba una mano al cuello—. Si no vuelve... te vas a arrepentir —arrastró las palabras, dando un peligroso paso hacia él.

Cuando fuiste mía (LA GLIMERA #1)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن