CAPÍTULO LIV

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Nunca había estado tan emocionada por leer algo. Ni siquiera cuando, meses atrás, Mace trajo a casa aquel liber prohibitorium, que no solo me ayudó a entender un poco más sobre la jerarquía y las costumbres vampíricas, sino que también me incentivó a llevar acabo un plan de "rescate y venganza", que no pudo acabar peor.
Este nuevo escrito parecía llamarme. Me incitaba a tocarlo, a abrirlo, a leerlo y a comprenderlo. Era atrayente e hipnotizante. Era todo un enigma.

Ambas nos encontrábamos sentadas en un viejo sofá de cuero marrón lleno de polvo. Yo admirando sin prisa la cubierta del libro prohibido, y Lisa mirándome a mí con intriga, esperando impaciente a que empezase a leer el manuscrito.
Ahora que podía pararme a mirarlo con calma, me parecía todavía más hermoso, a pesar de estar algo roto y desgastado. Estaba forrado totalmente en cuero negro y decorado con una especie de bordados dorados que, a mi parecer, pretendían simular enredaderas. Estas rodeaban la cubierta al completo, uniendo la portada con la contraportada.
Aparte, el lomo también estaba bordado con una serie de símbolos que no tardé en reconocer. Uno de ellos, el más grande y llamativo, era la firma de los rebellium, formada por una calavera con dos grandes colmillos, cuyo cráneo era atravesado por una daga simbólica, exclusiva y representativa de los cazadores. Para los humanos, este sello solía representar "la venganza de los caídos". Pero desconozco el porqué del nombre y su significado.
El borde de las páginas igualmente estaba pintado de dorado, lo cual le daba un aspecto todavía más elegante. Esto me impresionó un poco. Todo parecía estar hecho con mucho esmero.

Finalmente lo abrí de la forma más cuidadosa posible, encontrándome con un pequeño texto que me hizo comprender que no se trataba de un libro prohibido "corriente".
Que se trataba de un diario.

"¿Qué son los rebellium? ¿Vengadores? ¿Justicieros? ¿Héroes? ¿Simples humanos que ansían llamar la atención? ¿O meras ovejas descarriladas que no han querido aceptar su lugar en el rebaño?
Cada persona tiene una percepción distinta de los acontecimientos, puede evaluar la situación con distintos criterios, o contar la historia con pequeños matices.
Sin embargo, aquellos que piensan que los demonios de sangre tienen pleno derecho a tratarnos como esclavos, a matarnos por placer, a aplastarnos como si fuéramos cucarachas, a usar nuestro cuerpo como bolsa de sangre personal... Aquellos que piensan que los cazadores no somos necesarios en este mundo, no es merecedor de ser llamado «ser humano».
Por lo que, si respondiendo a mi anterior pregunta, ha elegido la cuarta o la quinta opción, le aconsejo que aquí cese su lectura, pues este libro no es para usted".

                                             Alexander Stone
                                  

Lisa miró el escrito con los ojos abiertos de par en par, reconociendo al instante ese apellido. De igual manera, yo también estaba impresionada, no daba crédito a lo que acababa de leer. Obviamente cabía la posibilidad de que el autor del fragmento tuviera el mismo apellido que Loren y no tener ningún tipo de parentesco con su familia. Pero la pelirroja también estaba de acuerdo en que aquello era demasiada coincidencia.

Pasé la primera página, con los nervios a flor de piel y el aroma a libro viejo expandiéndose por el ambiente.
Para no hacer tan tenso e incómodo el momento, decidí leer en alto, siendo mi voz lo único que se escuchaba por toda la estancia, además del cantar de los grillos.

           Capítulo I: Hijos de la noche.

Los seres humanos convivimos con multitud de seres sobrenaturales. Entre ellos, los hijos del Sol; humanos, serafines, querubines, ángeles y arcángeles, entre otros, y los hijos de la Luna; brujas, vampiros, lobos, hadas, duendes y demonios.
Podría pasarme horas escribiendo acerca de cada uno de ellos. Sin embargo, teniendo en cuenta que ahora mismo el tiempo es oro, hablaré únicamente de aquellos que desean hacernos daño.

Demonios de sangre: También llamados comúnmente vampiros o chupasangres, los demonios de sangre son por excelencia, el enemigo del ser humano.

Características: Sus cinco sentidos están muy amplificados, al igual que sus emociones. Poseen gran velocidad y súper fuerza, inmortalidad y regeneración acelerada. Se alimentan de sangre humana y deben consumir mínimo un litro de esta a la semana.

Debilidades: Son alérgicos a la plata y a una pequeña planta llamada Verbena. Estar en contacto directo con cualquiera de los dos les puede causar la muerte.

Curiosidades: Los vampiros no necesitan reponer fuerzas, pero sí dormir una o dos noches a la semana para mantener intacta su salud mental. Pueden consumir cualquier alimento, pero este debe contener sangre para tener valor nutricional y aportarles energía. Tampoco necesitan respirar, pero la mayoría lo hace para sentirse más "vivos".
Algunos chupasangres nacidos, (por lo general, pertenecientes a la nobleza y a la realiza), poseen algún tipo de súper poder, ya sea psíquico o físico.

Transformación: Existen dos tipos de demonios de sangre. Los convertidos y los nacidos. Estos últimos son los más poderosos y suelen pertenecer a la nobleza y a la realeza vampírica.
Por otro lado, solo los humanos pueden transformarse en vampiros, y para conseguirlo, deben morir con la sangre de uno en su organismo.
Sí todo sale "relativamente bien", a las pocas horas o días, se despertarán como inmortales. Pero si su cuerpo y alma rechazan su nueva condición, se convertirán en fallidos.

¿Cómo asesinar a un vampiro?
A decir verdad, existen varios métodos, técnicas y pasos que puedes seguir.

– Puedes clavarle un puñal o dispararle una bala de plata directo al corazón.

– Envenenarle con verbena.

– Decapitarle.

– Arrancarle el corazón.

– Privarle de sangre.

Maldecirle usando magia negra.

– En el caso de que sea un vampiro convertido, quemarle vivo.

– O directamente, puedes acabar con su "alma". Siendo esta, la forma más dolorosa y cruel de todas.

Cerré el libro de golpe, algo mareada.
El mero hecho de que todas las maneras de las que Hudson puede morir, sean tan horribles, me provoca náuseas.
Lisa se percató de esto y se levantó para prepararme algo de comer. Yo, incapaz de seguir leyendo y sintiendo una presión amarga, tanto en la marca, como en el estómago, corrí hacia el exterior para poder vomitar.

Tras haber terminado, una vez conseguí abrir los ojos y recuperar el aliento, no supe cómo interpretar el hecho de que, lo que acababa de expulsar, era un líquido espeso y rojizo con sabor metálico.

Sangre.

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora