CAPÍTULO X

59.2K 5.7K 3K
                                    

Me di media vuelta para salir de allí, esa conversación no me interesaba en lo absoluto.
Pero ese término... Alma.
¿Por qué se repite tanto?
¿Y qué es un tua cantante?

Mi pequeña excursión fué irrumpida cuando choqué con algo duro y robusto. Por lo que de nuevo, caí al suelo.
Levanté la mirada con algo de temor y tuve que ahogar un grito al ver una armadura con el sello real.

El soldado me miró con cierta preocupación, o eso es lo que parecía, pero desde cuándo un vampiro se preocupa por un humano. Nunca.

- ¿Es usted Katherine Ford?

¿Por qué sabía mi nombre?

- No.

- ¿No?- Preguntó divertido. -
¿Y entonces quién es?

- Mi nombre es... Lana.

- ¿Lana?

- Eh... Sí.- Titubeé.

- Lana...
¿Y cuál es su apellido?- Parecía estar riéndose de mí. Su mueca divertida lo confirmaba.

- Smith. Me llamo Lana Smith.- Empecé a temblar cuando dió un paso hacia mí.

- Puedo oler su miedo señorita.
Y ya casi todo el mundo sabe quien es usted, Katherine.
Debe venir conmigo, el príncipe ha estado buscándola por todo el castillo, está muy preocupado.

- ¿Qué príncipe?- Empecé a retroceder lentamente.

- El señor Hudson McClaine, por supuesto.
¡Anton! Llama al señor, parece que la humana no tiene intención de venir conmigo.- Indicó a su compañero.

Mis manos se zaradeaban a causa de los temblores, al igual que toda yo en general.
¿Y si ese tal Hudson era amigo de Mace? ¿Y si quería desangrarme y luego descuartizar mi cuerpo por haberla pegado?

Me estaba dando un ataque de ansiedad muy fuerte. Mientras, el chupasangre me miraba con una ceja alzada.
Supongo que impactado porque mis lágrimas son cristalinas.

Corre el rumor de que ellos lloran sangre.

Fuertes pisadas resonaron por toda la estancia y segundos más tarde, aparecieron a lo lejos ocho personas. Una de ellas era Mace y el resto sin duda eran los vampiros de ayer, la familia McClaine. La realeza.

El guardia se giró al recibir el llamado de uno de ellos, estaban demasiado cerca y yo demasiado aterrada.

Mis pies fueron por si solos y empecé a correr como alma que lleva el diablo.

Aunque ya no podía más, seguía escuchando los pasos apresurados que me pisaban los talones.
Iban a alcanzarme, a sí que decidí entrar en una habitación.

Parecía un cuarto de la limpieza, había desde aspiradoras, trapos, detergente...

Me derrumbé allí mismo.
Y como siempre, me refugié en una de las esquinas de la habitación, me hacen sentir segura porque tengo la espalda protegida.
No pude aguantarlo y me puse a llorar, sujetando con fuerza y desasosiego mi cabeza.
¿Por qué tenía que pasarme esto a mí? ¿Por qué Mace se ha aliado con ellos?

Lo que debería haber hecho al menos, era enviarme una carta diciéndome que estaba bien.
Quizás así yo no habría venido a
buscarla y no estaría aquí metida.

Me abracé las rodillas como una niña pequeña, tal como lo hice aquella noche.
Los pasos eran cada vez más fuertes, mi corazón iba a mil por hora.
Estaba tan asustada...

Cuando la puerta se abrió solo me hice bolita y comencé a llorar aún más fuerte.

La puerta chirrió, señal de que alguien había entrado. No tuve el valor de subir la cabeza, ni siquiera pude seguir llorando, la respiración se me había cortado y la sangre se me había helado.

INVICTUSOnde histórias criam vida. Descubra agora