CAPÍTULO XII

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Aunque Katherine no lo sabía, había escogido el lugar idóneo para no ser encontrada.
El olor de los caballos escondía su aroma, por lo que técnicamente el gran olfato de los vampiros no podría detectarla.

Se levantó perezosa, olvidando por un momento el lugar en el que se encontraba.
Era de día, porque aunque el establo estaba totalmente a oscuras, se podía ver una franja de brillante luz proveniente de las rendijas de las puertas.
Salió de allí y abrió el portón con delicadeza. El sol brillaba tanto que tardó un buen rato en acostumbrarse a su brillo.

Salió del establo y quedó maravillada con la belleza del jardín que estaba pisando. Estaba muy cuidado, había flores de todo tipo y tenía el pasto más verde y vivo que había visto nunca.

Se giró y se dió cuenta de que un poco más lejos de su posición había un chico arrodillado ante un enorme rosal,  estaba cortando sus espinas.

Se acercó a pasos temerosos, ya que ese hombre se le hacía muy familiar.

El muchacho se giró y conectaron miradas, Katherine sonrió plenamente al darse cuenta de que se trataba de Viktor, su nuevo amigo.

Corrió hacia él y el chico la estrechó en sus brazos con fuerza. Estaba tan preocupado por ella...







Katherine.

– Katherine... Dios, estás viva... Pensé que te habían matado, te llevaron al Atrium Peccatorum...

– Yo tampoco me lo explico, no me hicieron nada, solo me encerraron en una habitación.
¿Cómo es que tú también estás vivo?

– Mi condena fué servirles porque dijeron que era un delito menor.
Soy el jardinero y vivo en el ala de las sirvientas. Junto a Amber.

– ¿Amber está bien?

– Sí, ahora es una limpiadora.
¿Si te encerraron, cómo estás aquí?

– Quería salir de la alcoba en la que me metieron... Para mi suerte pude forzar la cerradura.

Él pareció pensar en mis palabras desconcertado, y su mueca confusa se transformó en una de horror.

– ¿Eres tú?

– ¿A qué te refieres?

– Los vampiros llevan como locos toda la noche, están buscando a una humana que se ha escapado.

Abrí los ojos en sobremanera, ya que aún tenía la esperanza de que no le darían importancia a mi fuga. Es decir, tienen más humanas como yo en el castillo.

– Tenemos que salir de aquí...– Murmuré con prisa, agarrándole el brazo.

– Yo no puedo irme Kath.

– ¿Cómo que no...?

– Ahora vivo bastante bien, Amber vive mucho mejor. Nos dan de comer y beber, ya no pasamos hambre y tenemos ropa decente.

– Y a cambio sois sus criados.

– Lo sé, pero es lo mejor.
Nos han impuesto unas reglas y si las seguimos no nos pasará nada.

– Estoy harta de seguir sus estúpidas reglas.

– ¿Y qué vas a hacer?

– Voy a largarme. no pienso seguir en este sitio de mala muerte, pero respeto tu decisión y la de Amber, no estoy enfadada.

– Es un alivio...
A los vampiros no les suele gustar la luz del día, pero viendo cómo estaban los reyes ayer no puedes estar segura de que no vengan a buscarte.

INVICTUSWhere stories live. Discover now