CAPÍTULO XLVII

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Hudson:

Ella debe de odiarte.

Irse de tu lado fué la mejor decisión que pudo tomar.

Eres tan patético...

Lo único que siente por tí, es lástima.

Será divertido ver cómo rehace su vida con alguien más.

¿Una cazadora y un vampiro? por favor, ya erais incompatibles desde un principio.

¿Cuánto crees que tardará en olvidarte? ¿lo habrá hecho ya?

No vas a volver a verla.

Pasarán años hasta que Maximus decida volver a dormirse.

Si aún crees que sigue con vida, es que eres más estúpido de lo que creía.

Ella pensó que estabas de parte de Maximus. Cree que pretendías matarla, que la traicionaste.

Si muere será tu culpa. Y vivirás el resto de la eternidad sabiendo que el amor de tu vida falleció por tu incompetencia...


Salí de la ducha entre lágrimas, intentando evadir, sin éxito, las voces de aquellos seres.

Tras lavarme el rostro, me puse la ropa interior con desgana y volví a tumbarme en nuestra cama, siguiendo la misma rutina que he hecho desde que Katherine se marchó.

Miro a mi alrededor un par de veces y me dan ganas de vomitar. El dormitorio está totalmente desordenado, el baño hecho un desastre, el suelo lleno de cristales rotos, y la cama repleta de ropa y vestidos.

Su ropa y sus vestidos.

Los tengo ahí porque son lo único que me queda de ella. Aún desprenden su aroma y... a veces cuando los huelo, recuerdo todos los momentos que hemos vivido juntos.

Y aunque sea más una tortura que una forma eficaz de llenar el vacío que ha dejado, no puedo dejar de hacerlo.

Duele. Y duele mucho más de lo que jamás podría haber imaginado.

Me levanté con agobio y terminé de vestirme lo más rápido posible. Salí de nuestro cuarto por primera vez en todo el día y, por obligación de Maximus, me dispuse a bajar al comedor para cenar con mis hermanos.

Cuando llegué a la primera planta, un ruido proveniente de la antigua habitación de Katherine me alertó antes de poder seguir bajando las escaleras. Apreté los puños enfadado y me dirigí hacia ese lugar con cansancio.

No he dejado a nadie entrar ahí desde que se fué, porque no quiero que toquen nada. Todo debe estar exactamente como lo dejó para cuando regrese, pero parece que ese humano insufrible no lo entiende.

Abrí la puerta y entré bruscamente con intención de echarle a patadas. Sin embargo, para mi sorpresa, no era Viktor el que se encontraba en la habitación. Era Mace.

– ¿Qué haces aquí?– pregunté serio.

– Casi me matas del susto–, murmuró mientras se levantaba de la cama– solo he venido a echar un vistazo.

– ¿A qué?

– A sus cosas–. Respondió–. S-sé que no te gusta que entren aquí pero... no sé, simplemente necesitaba venir. La echo de menos.

– Yo también–. Una vez más calmado me acerqué y me senté a su lado suspirando con pesadez–. No lo aguanto más.

– ¿El qué?

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