CAPÍTULO XXIII

52.4K 5.4K 1.3K
                                    


Alrededor de una hora después ya estaban de nuevo en el castillo.

Caminaron en fila por los pasillos desolados de la enorme mansión, ya que a estas horas de la noche los sirvientes tienen prohibido salir de sus habitaciones.
No por capricho, más bien por seguridad.

Cuando llegaron a los aposentos de Katherine, Hudson posó su cuerpo con delicadeza en la cama.
Era tan frágil que tenía miedo de romperla.

– Nosotros nos vamos ya, Mace está muy cansada.– Susurró el sexto príncipe con la humana medio dormida entre sus brazos.
– ¿Hudson, te quedas tú a curarle la herida?

– Sí...– Murmuró algo apenado por tener que quedarse a solas con ella.

– Bien, hasta mañana.

Sus hermanos se despidieron con un ademán y cerraron la puerta con cuidado de no emitir ningún ruido.

Hudson se sentó frente a la cama, habiendo ido antes a buscar unas gasas y un paño mojado.
Sus colmillos amenazaban con salir mientras limpiaba el corte, pero por suerte pudo reprimirse y no fué a más.

Sin embargo, sabía que esa enorme cortadura tardaría semanas en curar, además de que dejaría una fea y gigantesca cicatriz.
Por ello decidió que dado que estaba dormida, y que aunque no lo estuviese se negaría en rotundo a beber su sangre, iba a lamer la herida, y con suerte en un par de semanas el corte desaparecería sin dejar marca alguna.

Pero no era tan fácil como parecía, el olor de su sangre le estaba matando y era demasiada la tentación que debía soportar para no morderla.

Aún así, lo hizo, y en cuanto su lengua entró el contacto con el dulce líquido no pudo evitar que saliesen finas venas negras bajo sus ojos.
Era un sabor tan delicioso y adictivo que no pudo parar cuando debió hacerlo, tanto así que estuvo a punto de clavar sus colmillos en ese mismo lugar si no hubiese sido por el movimiento repentino de la muchacha.

Katherine se estiró cómoda sobre la cama y abrió los ojos segundos después encontrándose con el vampiro.
Rápidamente, se sentó y alejó un poco del susodicho causándole un pinchazo de dolor en el pecho que ocultó con maestría.
Aunque no era hacer daño la intención de la muchacha.

– ¿Qué ha ocurrido?– Murmuró asustada.

– Tranquila, ya estás de vuelta en el castillo. Mañana mis hermanos y yo queremos hablar contigo sobre lo que pasó y sobre por qué te encontrabas en ese lugar.

Habló con el tono más frío que pudo usar, aliviado por haber podido esconder las venas a tiempo.

– Está bien...– Susurró apenada.

– Ahora debes descansar.

– Gracias...

– ¿Por qué?

– Por ir a buscarme, en verdad os lo agradezco.

– No hay de qué...

– Ehm... Bueno, creo que voy a ducharme, estoy llena de barro...

– Claro, por supuesto,– llegó a la puerta rápidamente– llamaré a una limpiadora para que recoja tu ropa.

– Muchas gracias...

Y antes de poder decir nada más, el vampiro ya había desaparecido sin dejar rastro.

Katherine se deshizo de su ropa con rapidez, dando con que la herida en su pierna estaba perfectamente vendada.
Sonrío levemente muy agradecida con el comportamiento del príncipe, aunque se hubiese vuelto así de frío e indiferente.

INVICTUSWhere stories live. Discover now