Capítulo 41: Todos los días son viernes.

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Lo de ser feo no era un problema para Caballo de Oros cuando era pequeño. Era uno más en el Castillo Real del Reino de Oros. Los hijos de los nobles sin feudo que se encontraban en la Corte recibían su instrucción en el castillo. Fue entonces cuando Caballo de Oros conoció a Sota de Oros. Era el hijo de un Caballero del Reino, que a la vez era hermano del Señor de Valturn, al Norte del Reino de Oros. Vamos, que su padre era un noble sin título más allá que el de caballero. A Sota de Oros no le quedarían ni las sobras, pero al menos era noble y eso se cotizaba en la vida de palacio. Mientras tanto, Caballo de Oros no era nada. Bueno, sí, era feo.

Pero lo de ser feo no era importante por aquel entonces. Caballo de Oros era el hijo del chef de Palacio. Sí, el chef de Palacio era noble, pero noble lejano. Vamos, que en una línea muy lejana un familiar directo fue Señor de algo, pero actualmente el título lo tenía un tío lejano al que no había visto en su vida. Pero esas cosas no importaban, en Palacio había muchos pringados en términos de prestigio medieval aparte de él. La cosa es que así era más duro abrirse un hueco en la alta sociedad del Reino.

Los niños del Reino de Oros eran un poco repipis a la hora de hacer amistades. Algunos hasta te miraban el título nobiliario. Pero con Sota de Oros no era así. Es cierto que Sota de Oros tampoco es que fuera nada del otro mundo, pero su tío directo era Señor de un Feudo, era alguien importante. Y aun así hablaba a Caballo de Oros como si fuese un igual. Desde su más tierna infancia surgió una bonita amistad.

Cuando Caballo de Oros se hizo mayor, su amistad con Sota de Oros seguía latente. Ambos habían sido colocados como pajes en el Castillo por sus indudables habilidades (el enchufe de sus papis) y solían verse todos los días para hacer trabajos de lo más variopintos como desatascar las cañerías de palacio (porque en el Reino de Oros había tanto dinero que existía un novedoso sistema de alcantarillas en las mazmorras de castillo basado en evacuarlo todo a la mazmorra y que alguien lo desatascara pasado un tiempo, que para su tiempo ya era demasiado) o buscar al gato de la princesa. La amabilidad de Sota de Oros y su gran gusto por el buen champagne hicieron que Caballo de Oros solo tuviera ojos para él.

El hecho de ser feo ya cobraba más importancia una vez entrada la adolescencia. El aspecto se convirtió en un tema muy importante entre la alta sociedad juvenil de la Capital de Oros. Las fiestas y el celuloide acaparaban la atención de los jóvenes nobles sin título y con él del Reino. Caballo de Oros decidió adaptarse a la sociedad desde que tuvo oportunidad. Si era feo, por lo menos tenía que ser alguien relevante, así que decidió ser simpático, fiestero, extrovertido y divertido para convertirse en uno de los famosos más in de la capital. Obviamente, Sota de Oros pasaba de todo eso.

Caballo de Oros, en el fondo, sabía que a su amigo todo el celuloide no le importaba, pero él pensaba que siendo alguien chic y guay conseguiría llamar su atención y ser de interés para él. Porque era feo. Y siendo feo no captabas la atención de nadie, por lo menos para bien. Ser feo, una vez pasada la infancia, era un drama total en la alta sociedad. Pero bueno, Caballo de Oros, a pesar de su aspecto, consiguió hacerse un hueco como socialité en la noche de la Capital de Oros. Era el alma de la fiesta. Su gusto por la moda y por el buen Don Perignon le avalaban. Además, siempre tenía flyers para las mejores fiestas en los mejores palacios de la ciudad. Y así, se hizo popular.

Sota de Oros, sin necesidad de fiestas, ya era popular entre la chavalada. Era guapo y se notaba. Demasiado guapo. Tanto que contrastaba con Caballo de Oros. La belleza de Sota de Oros era la típica belleza cayetana que triunfaba en los torneos de polo y cricket. Aparte de ello, Caballo de Oros veía algo más en él. Sota de Oros fue el único en tenderle su mano antes de que se hubiese convertido en el rey de la fiesta nocturna de Oros. Y eso le llegaba a la patata. Antes de darse cuenta, tenía un crush en Sota de Oros. "Pero soy hetero y muy hetero", pensó al principio, aunque la verdad es que nunca se había interesado por nadie que no fuera Sota de Oros, así que al final concluyó en su fuero interno que no era tan hetero. Esta reflexión le llevó a definirse como "viersexual", aunque Sota de Oros no solo le interesaba los viernes. Podría decirse que al lado de Sota de Oros todos los días eran viernes. De hecho, la vida de niño rico del Reino de Oros era como un eterno viernes.

NAIPES: UNA HISTORIA DE FANTASÍA (O UNA FANTASÍA DE HISTORIA) #PGP2022Where stories live. Discover now