Capítulo 34: Donde tengas la olla...

79 13 190
                                    

El misterioso señor de los puñales, aquel que mandaba sobre los dos arqueros que tenían un saco lleno de muffins de maría, llega a la primera aldea de Grandragón. Ahí se supone que debían estar Sota de Espadas y sus acompañantes. Lo que se encontró fue otra cosa muy distinta. La plaza del pueblo estaba vacía, así que entró en la taberna del pueblo. No había mucha gente, y los viajeros que buscaba no estaban entre ellos. ¿Dónde se habrían metido? No tiene más remedio que sacar su cartel de "se busca" y empezar a preguntar a los borrachos de por allí.

Jefe: ¿Han visto a esta señorita?

Borracho 1: No.

Jefe: A ya.

Y sigue preguntando a Borracho 2, Borracho 3 y hasta Borracho 7. Eran los únicos que había en el bar, así que tiene que buscar por otros lugares de la aldea. El primer lugar al que va después del bar es la plaza del pueblo, a ver si ahora hay alguien. Al igual que un momento atrás, la plaza estaba vacía. Entró en la posada. La posadera dijo que no tuvo nuevos visitantes en dos días, y que antes no tuvo a nadie ni siquiera parecido a la chica rubia del cartel.

Jefe: Mecachis.

"Entonces, ¿es posible que no hayan venido todavía", razona. "Es un poco extraño, porque según mis cálculos tendrían que haber llegado antes que yo... ¿Quizás no se han quedado aquí? ¿Han preferido seguir su camino? Pero queda poco para que anochezca, no pueden haberse lanzado a la aventura, sabiendo que posiblemente tengan que hacer noche en el bosque". Todo le parece demasiado raro, pero al final toma una drástica decisión. Se sienta en un poyete de la plaza y espera.

"A esperar a que vengan".


----


Una placentera calidez inunda a Caballo de Copas, que duerme plácidamente y se siente como si estuviera en el vientre de su madre. Con los ojos aún cerrados, va retomando la consciencia. "Qué calorcito, qué a gusto", piensa. No sabía bien dónde estaba ni qué había pasado momentos atrás, pero no quería abrir los ojos. "Un poquito más", no quería despertar, se estaba muy bien tal y como estaba, como un bebé antes de nacer. Pero todo lo bueno tiene un final, se empiezan a oír voces a su alrededor, así que no le queda otra que abrir sus ojos.

Lo que se encuentra es más espantoso de lo que en cualquier contexto se hubiera podido imaginar.

Caballo de Copas: ¿¿¿¿PERO QUÉ ES ESTO????

Es su primera reacción al percatarse de que sus pies y sus manos se encuentran atados, encontrándose en una especie de posición fetal de la que no se puede mover. Pero la cosa no se queda ahí, no. Está ni más ni menos que en una cazuela. Y en la cazuela se está cociendo algo, de ahí ese calorcito tan agradable. Además está completamente desnudo.

Caballo de Copas: ¿Pero qué es esto? ¡¡Sacadme de aquí!! ¿Qué me vais a hacer?

Caballo de Bastos: Pues comernos, ¿no lo ves?

Caballo de Copas mira cómo puede de reojo. Y se encuentra lo que le faltaba para acabar de amargar su vida. Tras él, en iguales condiciones, se encuentra Caballo de Bastos. Dentro de lo de "iguales condiciones", se encuentra también lo de estar desnudo. Caballo de Copas tiene una arcada.

Caballo de Bastos: ¿Estás bien?

Caballo de Copas: No, ¿no lo ves? ¿Qué c*jones es esto? ¿Qué hacemos aquí? ¿Por qué estoy desnudo en una olla contigo? Y encima atado para que no me escape, es que.

Caballo de Bastos: Yo tampoco lo sé bien... Me desperté aquí... Parece que nos van a comer...

Caballo de Copas: ¿Y estás tan tranquilo?

NAIPES: UNA HISTORIA DE FANTASÍA (O UNA FANTASÍA DE HISTORIA) #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora