catorce

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desire body     capítulo catorce

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          ACEPTAR QUE ESTABA vivo para JungKook fue todo un desafío.

          Según él, había muerto en ese accidente que había sufrido hace un par de días. Y no sólo lo decía él, lo decía su cuerpo original muerto en la morgue, lo decían las noticias nacionales de los noticieros, lo decía su auto destrozado.

          Pero ahí estaba, en aquella habitación que el hombre y la chica le prestaron en su casa para que se quedara y se recuperara de, literalmente, haber resucitado. JungKook seguía siendo el mismo, pero, cuando se miraba en el espejo, no podía evitar ver a una versión joven de sí mismo.

          En esa nueva vida que el universo le había dado, en la misma línea de tiempo de cuando murió, JungKook veía a su yo universitario; aquel que recién se iba a graduar, aquel al que le gustaba salir con sus amigos y tener novias de vez en cuando, aquel que le gustaba pelear con los que lo molestaban...

          Aquel que se dejaba crecer el cabello hasta la altura de su barbilla, que le gustaba perforarse las orejas y hacerse tatuajes. JungKook habían reencarnado en una versión de al menos 25 años de él mismo. Su cuerpo seguía siendo el mismo, pero se sentía más ligero y con más fuerza que cuando tenía 40 años.

          Aunque, de todas formas, JungKook se consideró fuerte incluso a sus 40 años.

          No sabía cómo explicar lo que estaba viviendo y mucho menos el hecho de que recordaba todo de su vida pasada... su empresa, sus ganas de tener un hijo y su matrimonio con Kim SeolHye.

          SeolHye.

          JungKook había escuchado en las noticias que su muerte no había sido un accidente, que habían cortado los frenos de su auto y por eso no pudo evitar chocar con aquel camión; también escuchó que su muerte estaba siendo investigada por la policía y tenían de sospechosa principal a su esposa.

          JungKook sabía que SeolHye no era capaz de hacer tal cosa, pero su madre sí y ahora no sabía qué hacer para hacerse justicia a sí mismo.

          Él sabía que, al no tener ningún familiar, toda su fortuna y su empresa quedarían en manos de SeolHye, y, por ende, también en SeolHyun. Y él no podía permitir eso. No trabajó más de 20 años en levantar esa empresa para que todo se fuera a la mierda por Kim SeolHyun.

          Tenía que volver a Seoul, recuperar su casa, su empresa, su fortuna, y deshacerse de todos de los que quisieran apropiarse de lo que es suyo.

          Incluso si eso incluía a SeolHye.

          —¿Aún te cuesta mucho dormir? —JiNa se recostó en el marco de la puerta de la habitación en la que JungKook se estaba quedando temporalmente.

          JungKook se sobresaltó en su lugar para darse media vuelta y mirar a JiNa tras él.

          —Sí, tengo muchas pesadillas. —El azabache asintió lentamente con una expresión decaída.

          —Podríamos ir con alguien experto en el tema y tratar de que te recete algo para tus pesadillas o... no sé. —JiNa frotó su cuello de manera nerviosa, bajando su mirada al suelo de manera tímida.

          JungKook se rió.

          —Está bien, prefiero mantener todo esto lo más privado posible. —JungKook le restó importancia, sonriéndole en agradecimiento a JiNa, quien se sonrojó y desvió su mirada.

          —¿Tú... recuerdas algo de lo que pasó? —JiNa preguntó tímidamente, mordiendo su labio inferior.

          —No mucho, en realidad —JungKook mintió mientras bajaba su mirada para fijarla en su brazo tatuado—, sólo sé que tuve un accidente, choqué y... —JungKook se quedó callado por un momento.

          JiNa pareció mirarlo interesada.

          —¿Y? —la pelinegra insistió.

          —Y que tenía una vida —siguió JungKook mientras sonreía con pesadez—, estaba casado... y amaba a esa mujer con locura.

          JiNa volvió a bajar su mirada decepcionada, tragando saliva fuertemente en su lugar.

          —Estoy segura de que ella te recordará.

          —No podría olvidarme aunque quisiera.






          SEOLHYE SE ACOSTÓ en su lado habitual de la gran cama matrimonial que alguna vez compartió con JungKook, mirando con anhelo el lado vacío que su esposo habitualmente ocupaba.

          Lo extrañaba mucho y solamente habían pasado tres días desde su muerte. Al día siguiente sería su funeral y al otro día su entierro, y SeolHye no creía estar preparada para dejar ir a JungKook tan pronto.

          Ni nunca, tampoco.

          Lo necesitaba con ella, a su lado, abrazándola cuando estuviera triste o feliz, contándole su día a día y cómo le había ido en el trabajo, saliendo con ella a comer o haciéndole el amor.

          SeolHye tomó la almohada de JungKook y la abrazó fuertemente contra su pecho, comenzando a llorar y sollozar en la cama.

          —Te odio... —SeolHye susurró con voz rota al aire—, aún no tenías porqué dejarme tan pronto... —SeolHye sollozó.

          Esa noche, SeolHye se durmió anhelando a su esposo de vuelta.


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