1. Cueva Clovek

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6 años

Lukas

Cuando llegué al orfanato, un mes estuve con una tristeza profunda. "Depresión" es lo que llegué a escuchar decirle la Sanadora de mente — quien me visitaba dos veces a la semana para saber cómo estaba— a la señorita Parissi (la directora del orfanato).

Esa depresión era como una nube negra que siempre estaba conmigo, desde que me levantaba, me vestía con el uniforme del orfanato, iba a desayunar, tomaba clases, cenaba hasta que dormía.

Nunca se iba. Era muy molesta y aunque trataba de ignorarla al sonreír, no podía evitarla. Nada hacía que me sintiera menos triste, ni el hecho de ver a mis compañeros jugando o que la maestra Natalia — la maestra más dulce que he conocido— hiciera alguna broma en la clase para que todos se rieran, en especial yo.

Incluso a veces se me iba el apetito; pero es que con cada día que pasaba, era inevitable no pensar en esa noche que mi madre trató de asesinarme y que posteriormente se murió quemada. Dejándome completamente solo, ocasionando que tuviera pesadillas con ello, y despertara gritando.

Tuve compañeros en el orfanato que trataron de acercarse a mí, pero yo sólo no quería hablar con ellos y me alejaba, ajeno a sus gustos y temas de conversación.

Era un niño con el corazón roto; y después de perder al segundo ser que más amé, no quería involucrarme con alguien nunca más. No quería encariñarme y que al último me abandonaran.

Para sólo tener 6 años, debo de admitir que fui muy joven para tenerle miedo al amor y el cariño, pero así sucedieron las cosas.

Entonces, un día que estaba dibujando un dragón de color morado en la biblioteca del orfanato, la maestra Natalia se acercó a mí.

Siempre iba vestida con vestidos de colores como negro, azul o beige, zapatos de tacón negros y su pelo castaño claro recogido en un chongo.

—¿Qué dibujas, Lukas? — me preguntó mientras tomaba pigmento color naranja con mis dedos y pintaba el fuego que sacaba mi dragón dibujado.

—Un dragón morado.

—¡Por los colores del arcoíris! Te está quedando muy bien— elogió mi trabajo con una gran sonrisa.

—Gracias...— Agradecí educadamente.

— Cuando termines, ¿por qué no se lo muestras a tus compañeros? De seguro quedarán impresionados al igual que yo.

Me quedé callado por un momento. — No... No dibujo tan bien.

—Aun si lo fuera, deberías enseñárselos.

—Estoy bien aquí.

— Lukas, debes acercarte a los demás y platicar con ellos. Te aseguro que no muerden — dijo lo último de broma.

— No quiero... No me siento a gusto.

— Lo entiendo, pero deberías intentarlo y ¡qué mejor que mañana! — dijo con energía. — Ya que iremos a una cascada que está cerca de aquí para limpiar el río y todo lo que hay alrededor; puesto que dentro de ella, hay una Cueva Clovek. ¿Sabes qué es eso?

Negué con la cabeza, curioso de que dijera más.

—¿Sabes lo que es Clovek?

Asentí.

Es el mundo de los humanos— respondí.— Los humanos son como nosotros los brujos, pero sin magia. Son egoístas y dañan nuestro mundo: Demerth, porque Clovek y Demerth están unidos como el nudo de mi agujeta— señalé mi tenis rojo. — Si ellos dañan su mundo, también dañan el nuestro.

Después del Ocaso (gay)Where stories live. Discover now