Faith | Harry James Potter

quince

Faith, Harry y Hermione practicaron hasta las dos de la mañana. No fue hasta la última hora que Harry logró Convocar el cuaderno de Faith en su mano. Ese fue el momento en el que Hermione, que no podía quedarse despierta ni un segundo más, dio por terminada la noche y se fue a la cama. Los otros dos siguieron su iniciativa y se despertaron la mañana del día veinticuatro, justo una mañana antes de que el hermano y el amigo de Faith arriesgaran sus vidas contra los dragones.

Unos días antes, Faith hizo dos collares, ambos con una Aventurina verde. La piedra preciosa de la suerte. Deslizó uno de ellos en el bolso de Cedric y otro en el de Harry, ambos con una nota; Por favor usa esto, me hará sentir mejor. Ahora solo tenía que esperar que lo hicieran.

La mañana pasó volando rápidamente. Ninguno de los estudiantes pudo concentrarse en lo que decían los profesores. Y para el almuerzo, la profesora McGonagall ya vino a buscar a Harry al Gran Comedor. Hermione y Faith le desearon buena suerte y luego se sentaron con Ron. Ni siquiera un minuto después, el profesor Dumbledore les dijo a todos que se dirigieran al estadio, cerca del borde del bosque.

Filas y filas de estudiantes estaban en las gradas que miraban hacia abajo en un lienzo en blanco con algunos puntos quemados. Faith estaba apretujada entre Ron y Alex, quien vino a sentarse junto a ella con el lote de Durmstrang. Ludo Bagman había tomado el control de animar a la multitud mientras explicaba lo que se suponía que debían hacer los campeones. Cada uno tuvo que enfrentarse a uno de los cuatro dragones y obtener el Huevo Dorado de su nido que contenía una pista para la siguiente tarea.

El lienzo se levantó y reveló el terreno debajo de él y un gran dragón.

—Y aquí tenemos al sueco de hocico corto al que tendrá que enfrentarse el primer campeón y eso es, —vio Faith a Ludo Bagman desde una sección separada de las gradas. Tamborileó con entusiasmo con la mano de la viga de madera que le impedía caer si se inclinaba hacia adelante. —... ¡Cedric Diggory!

Faith casi se atragantó con el aliento. Sabía que eventualmente lo haría, pero no estaba prestando suficiente atención para notar que ya había comenzado y que su hermano era el primero.

Sonó un silbato y Cedric entró caminando por la entrada de la carpa de campeones al otro lado del estadio. Parecía seguro de sí mismo, lo que hizo que Faith se sintiera un poco más tranquila. La multitud rugió cuando estuvo completamente a la vista. El hocico corto sueco estaba protegiendo los huevos en su nido con una expresión enfurecida.

—Oh, por Merlín,— susurró Faith cuando Cedric dio otro paso y el dragón resopló un humo de aire caliente. Cedric miró por encima del suelo y examinó el suelo en busca de lo que tenía en mente. Faith habló con él durante el desayuno y él le dijo lo que iba a hacer ya que no podía contárselo a nadie más. De lo contrario, traicionaría el hecho de que ya sabía lo que se avecinaba.

Entonces, Cedric susurró el hechizo del que le habló a Faith. Nadie podía oírlo, pero vieron el efecto. La pequeña piedra a unos pocos metros de él comenzó a vibrar, más y más fuerte hasta que hizo estallar cuatro patas. Cuatro patas, para ser exactos. Luego vino una cola y luego la cabeza. Por último, la textura de la roca se convirtió en un pelaje suave y apareció un perro.