✰Capítulo 21✰

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LEONE

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LEONE

No pegué un ojo en toda la noche. Ariadna no salía de mi cabeza, y seguía preguntándome por qué no contestaba mis llamadas. 

Y a pesar de no dormir casi nada, me levanté súper temprano para ir a hablar con ella antes de entrar a clases. Pero no estaba en su dormitorio, solamente se encontraba su amiga, quien estaba desayunando. Me estaba evitando y no comprendía por qué lo hacía. Tampoco almorzó con nosotros, y no servía de nada que le escribiera porque nunca estaba en línea.

Y fue lo mismo durante toda una semana. Nunca la veía, ni en la universidad ni en la residencia. Fui a buscarla al restaurante una vez, pero me ignoró todo el tiempo que estuve allí dándome a entender que estaba ocupada. 

Ahí supe que algo le pasaba. No fui capaz de preguntarle lo que le ocurría, y dejé de insistir con los mensajes y las llamadas. Sofía tampoco sabía nada, y aunque vivían juntas, casi no conversaban porque Ariadna rara vez estaba en la residencia.

Pero me harté de su indiferencia, le iba a pedir una explicación del cambio tan repentino de actitud que había tenido. La buscaría hasta encontrarla. Y dado que no la podía ver en la universidad, decidí faltar a clases para esperarla en el dormitorio. Solo así íbamos a poder hablar sin que tratase de huir. O al menos eso creía. 

Le pedí de favor a Sofía que me dejase la llave para esperar adentro y ella accedió. Así que estuve en la residencia toda la mañana, no me importó que Ariadna demorase en aparecer, necesitaba verla y por ella esperaba toda una vida si fuese posible.

Cada minuto que pasaba se sentía eterno, los nervios me estaban matando y estuve a punto de entrar en desesperación. Hasta que escuché el sonido de la puerta abriéndose. Mi corazón estaba por salirse de mi pecho. 

Y la vi entrar, su cara de confusión en ese momento era incluso graciosa. Yo me encontraba sentado sobre su cama con las manos apoyadas en mis piernas.

—Te estaba esperando— me enderecé y acomodé mi cabello despeinado.

—¿Qué estás haciendo aquí?— dio unos pasos hacia adelante y dejó tirada su mochila en el piso.

—Esperándote, ya te lo he dicho— me puse de pie.

—¿Para qué?— parecía bastante molesta, y no tenía claro el por qué.

—Para hablar contigo— me acerqué a Ariadna y ella retrocedió.

—No tenemos nada de qué hablar. ¿Puedes irte, por favor?— se paró junto a la puerta y señaló la salida.

—Claro que necesitamos hablar, quiero saber qué te pasa. ¿Por qué estás enfadada conmigo, y por qué no contestas mis mensajes?

—No voy a conversar contigo, no tengo deseos de hacerlo. Y si no te vas tú, me voy yo— se dio la vuelta e hizo un ademán de salir, como si huyera de mí.

Estrellas de Neón ©Where stories live. Discover now