✰Capítulo 10✰

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ARIADNA

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ARIADNA

El mes de diciembre estaba por finalizar y se acercaba la navidad y el fin de año. 

Me sentía un poco triste y nostálgica porque estaría lejos de mi familia durante esas fechas. Era mi época favorita porque podía disfrutarla con ellos, solíamos reunirnos con la familia de Sofía y hacíamos muchas cosas juntos. Nuestras madres se encargaban de la cena y nosotros de la decoración y de los juegos. 

Iba a ser muy diferente ese año y en los siguientes tres años que residiría en España.

Solo contaba con Sofí, y con algunos amigos que habíamos hecho. Podíamos invitarlos y hacer algo durante la noche, o podíamos salir a algún lugar en especial. Teníamos que pensar en eso, pero todavía faltaban algunos días. 

Varios estudiantes de diferentes facultades hacían fiestas casi todos los fines de semana, y a veces entre semana. Y preparaban una fiesta antes de navidad. Nuestros amigos siempre nos invitaban, pero nunca asistíamos.

Nos gustaban las fiestas, pero en mi caso no me sentía cómoda estando en un lugar con mucha gente que no conocía. Casi siempre que íbamos a reuniones o celebraciones, lo hacíamos con nuestros amigos más cercanos y con familiares. 

Sofía me insistió mucho para que fuéramos, aunque fuese solo por esa ocasión. Ella sentía curiosidad por saber cómo era el ambiente ahí, y en el fondo yo también.

—Ari, porfa, en serio quiero ir— me suplicó—. Te prometo que no me voy a alejar de ti ni un segundo. Yo tampoco conozco a toda la gente que estará allí, y seguramente nuestros amigos estarán con sus otros amigos.

Nos encontrábamos en la cafetería de la universidad, era nuestra hora de almuerzo.

—No lo sé— me mordí el labio—. Puede que no me sienta cómoda ahí. Y acuérdate que estamos en exámenes, tenemos que estudiar.

—Ay, amiga— rodó los ojos—. La fiesta será el domingo y tenemos examen hasta el martes. ¿Y de cuándo acá eres tan estudiosa?

Suspiré.

—Aún no estoy convencida...

—Por favor— pestañeó repetidas veces y me miró como un cachorrito tierno—. Necesitas relajarte un poco y eso puede ayudar. Mira, vamos y si no te sientes bien, podemos regresar a la residencia sin problema. Además, la casa de los chicos que la organizan no está tan lejos de aquí.

—¿Segura?

—Sí, te lo prometo— levantó la palma de la mano como señal de promesa.

Lo pensé durante unos segundos.

—Está bien— acepté.

—¡Gracias!— se levantó del asiento y me abrazó.

—Pero no vamos a ingerir alcohol— susurré en su hombro.

Estrellas de Neón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora