✰Capítulo 13✰

994 132 66
                                    

ARIADNA

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

ARIADNA

Mi respiración aún estaba agitada.

Acababa de pasar por un momento demasiado vergonzoso. Eso me pasaba por entrometida, si no hubiese estado espiando a Leone, no se hubiese dado cuenta de que estaba ahí y no le hubiese caído encima. 

Aunque en realidad, todo fue culpa de esa abeja. Admito que le tengo pánico a las abejas, y a cualquier otro insecto que vuele, salte o se arrastre. Por eso me asusté mucho cuando la abeja estaba rondando mi cabello. Yo ni siquiera la estaba molestando.

Pero pudo ser peor. 

Leone pudo no haber hecho nada y quedarse quieto viendo cómo caía al suelo, y no lo hizo. De hecho, reaccionó bastante rápido. 

La consecuencia: caer juntos en el césped. Al menos, él amortiguó mi caída, porque si no, hubiese quedado con un dolor de rodillas terrible, ya que mis rodillas hubieran impactado contra el suelo y se hubieran formado un par de raspones y moretones en el área golpeada.

Estaba agradecida con Leone, y al mismo tiempo apenada. No pude quedarme más tiempo cerca de él. Menos mal que ya estábamos despidiéndonos porque no hubiese podido seguir ahí, viéndolo a la cara. ¿Qué pensaría de mí después de lo que pasó? Definitivamente había actuado como una niña pequeña e inmadura, o como una tonta. 

Podía entender que no quisiera volver acercarse a mí para no pasar por situaciones bochornosas como las que pasaba siempre conmigo. Y pensaba que no iría a almorzar con nosotras como había dicho. Era mejor así. Iba a ser muy incómodo si se sentaba con nosotras. Incómodo para mí. 

Cuando llegué a la cafetería, Sofía ya se encontraba en una mesa esperándome. No sabía cuál era mi semblante, pero ella se dio cuenta rapidísimo de que algo me pasaba. Tragué saliva y mientras me acercaba a la mesa, pensaba en alguna mentira que le diría o en algún tema para evadir sus preguntas. 

Pero fue en vano, Sofía siempre sabía cómo sacarme la verdad y siempre lograba que le contara lo que me ocurría.

—¿Qué ha pasado contigo?— no se molestó en saludarme.

Me quité la mochila y la puse en la banca, luego me senté frente a ella.

—Hola, Sofí. Estoy muy bien, ¿y tú cómo estás?— dije con sarcasmo.

—Pues no se nota, dime qué te pasa— mantuvo un tono serio.

Suspiré.

—Nada, ¿te parece que me pasa algo?

—Cualquiera que te conozca puede darse cuenta de que te ocurre algo. ¿Tuviste problemas otra vez con la profesora Doskas?

La señora Ivannia Doskas era mi profesora de Fundamentos de la fotografía. Comencé a tener problemas con ella porque sentía que no le caía muy bien, y todo el tiempo quería hacerme quedar mal por todo lo que hacía. Y yo no me dejaba. Aun así, no había tenido discusiones con ella desde hace mucho.

Estrellas de Neón ©Where stories live. Discover now