—¿Se puede saber qué estabas pensando? —espetó Seokjin, subrayando la pregunta capciosa con su tono de voz—. ¿Acaso no aprendiste de la primera vez que quisiste hacerte el héroe? ¿Siquiera te imaginas el miedo que pasé, encerrado en el aeropuerto y sin poder hacer nada?

Le hubiera gustado recordar un solo evento en el que se hizo el héroe a pesar de sus habilidades, pero había más de una y aunque todo había salido relativamente bien en esos casos, lo cierto era que mucho había sido un riesgo corrido sin necesidad.

¿Pero qué podría decirle? Realmente no podía pensar ya en qué responderle. Todas las excusas que se había inventado horas atrás ahora ya no tenían mucho sentido cuando las analizaba y sus prisas, nuevamente, no habían servido de nada.

—Lo siento, Jin —dijo simple y sinceramente, no levantando la mirada para verlo—. No pensé en nada más que apresurarme, porque creí que Daehyun estaba intentando retrasarnos a propósito para huir.

—Lo sé, lo sé perfectamente, pero esa no es razón suficiente para hacer algo suicida —cuestionó el mayor ahora encendiendo la luz con el interruptor a sus espaldas. Aun así, la iluminación era tan tenue que se sentía como si siguieran a oscuras—. Cuando empezó todo esto nos dijimos que estaríamos juntos, ¿acaso salir corriendo por tu cuenta no va en contra de eso?

No había nada que decir. Tenía toda la razón del universo.

—Lo siento.

—No, ya no te disculpes. Solo prométeme que ya no harás una estupidez así sin importa las circunstancias.

Extrañamente, el que le dijera aquello ayudó a calmar parte de sus ansias, al menos lo suficiente para que una sonrisa pequeña se le escapara en lo que asentía muy despacio con la cabeza.

—Bien, ya no le demos vueltas a esto —decidió Seokjin abandonando la maleta en la entrada en lo que se quitaba los zapatos y los reemplazaba con unas pantuflas que encontró sobre el tapete de la entrada—. Mejor sentémonos y cuéntame qué pasó y qué encontraste.

Joon lo siguió hasta la cama del cuarto y se sentaron el borde a corta distancia del otro, pero la suficiente para mirarse a la cara sin que fuera incómodo. A pesar de que el hotel no era el más costoso o de mejor calidad, el colchón se sentía cómodo y las sábanas suaves y limpias. Luego de todo el esfuerzo físico que había hecho por la tarde, Namjoon necesitaría una buena noche de sueño, por lo que agradecía la comodidad.

Apenas se dejó caer a su lado empezó con su pequeño relato, intentando por todos los medios no saltarse ningún detalle. La valla que tuvo que saltar, la ventana por la que se metió, el aspecto del lugar y cómo se dio el encuentro y la conversación. Eso sí, casi por instinto evitó mencionar el asunto que todavía lo tenía un poco agitado: sus deseos ocultos.

No podía decirle de sus ganas casi viscerales de decirle a Daehyun que estaba equivocado sobre él y la pasión que sentía por lo que hacía que lo hacía parecido a él.

—Cuando le dije que no iba a unirme a él, insistió en que lo aburría y pronto nos dejaría en paz, porque ya no valía la pena perder el tiempo conmigo —explicó Joon, terminando su anécdota apretando la tela de sus pantalones en las rodillas.

—Bueno, por lo menos ya dijo que nos dejaría en paz —dijo Jin, claramente intentando encontrar el lado positivo en lo ocurrido—. Es un alivio.

Daehyun los dejaría en paz, sí, pero ¿y los deseos de Namjoon de arruinarlo todo? ¿De volver a aquella vida de peligros y delitos? Siempre podía seguir trabajando en informática, pero nunca sería suficiente y, al final, ¿cuánto tiempo tomaría hasta que se hartara y sucumbiera? ¿Cómo podría mirar a Jin o a Taehyung a la cara si volvía a sus raíces más oscuras?

Seokjin lo dejó solo con sus pensamientos para ir a buscar algo para comer y fue cuando apareció, como un producto de sus peores intenciones, aquello a lo que quería atenerse al menos hasta volver a Corea: su computadora, algo olvidada sobre la cama, se encendió en rojo como ya estaba acostumbrado a ver con el siguiente desafío de Daehyun.

Era su forma de demostrarle que tenía prisa por terminar aquel juego. Normalmente los códigos no eran enviados hasta que estaban en casa y unos días habían pasado, así que era el menor tiempo que tomó en enviar el siguiente entre uno y otro.

El diablito sobre su hombro lo instaba a ponerse a ello al instante, lanzarse al desafío para probar de manera más abstracta a su enemigo que no era el tipo tonto por el que lo tomaba, pero no había ningún ángel al otro lado. Quien estaba sobre el otro hombro era el rostro de Jin, diciéndole que estaban juntos en ello y que ya no volviera a hacer nada por su cuenta.

De una palmada cerró el aparato para no tener que seguir viendo el rojo de la tentación y para apartar sus pensamientos de aquel agujero sin salida, Namjoon se levantó resoplando de donde estaba sentado y se puso a inspeccionar la chaqueta que había llevado puesta durante su pequeña misión en solitario: el interior, el forro, estaba rasgado de arriba abajo.

—¿Qué haces? —preguntó Jin al entrar al cuarto, haciéndolo saltar del susto. El mayor ignoró completamente la reacción en lo que dejaba las bolsas con la comida sobre la mesa.

—Solo me fijaba en qué tanto daño hicieron los vidrios rotos a mi chaqueta —explicó Joon soltando un suspiro—. Está definitivamente arruinada.

—Mejor tu chaqueta que tus manos —Jin avanzó hasta él y le arrebató la prenda para considerarla él mismo por un largo minutos—. Sí, ya no tiene caso. Te regalaré una de las mías, ¿de acuerdo? Ni te preocupes por esta.

—Está bien. Gracias, Jinnie.

Ninguno de los dos tenía demasiadas ganas de comer gran cosa cuando abandonarían el país en avión temprano por la mañana, así que tras terminarse algo de ramen instantáneo y ducharse, se permitieron descansar luego del día más extraño del siglo.

O al menos el más extraño en meses, considerando el tipo de vida que siempre terminaba por encontrarlos.

Joon se encargó de apagar todas las luces a excepción de la lámpara sobre la mesita de luz que estaba ubicada del lado de la cama de Jin y cuando la oscuridad venció, se apresuró a acurrucarse bajo las mantas y contra su pecho, escuchando directamente los latidos de su corazón contra su oreja. El mayor lo envolvió con un brazo casi de forma inconsciente y no mucho después pudo escuchar el cambio en su respiración, distintivo de cuando su cerebro lograba desconectarse para dejarlo descansar por un par de horas.

Pero para Namjoon no fue tan sencillo. Estaba cómodo y calentito, contento de estar entre los brazos de quien amaba, pero no podía forzar a su cuerpo a dormirse y mucho menos obligar a sus ojos de no fijarse en la mesa donde un rato atrás habían cenado, que ahora soportaba el peso de su laptop cerrada.

Todo su cuerpo parecía estremecerse con la necesidad de ponerse de pie para ponerse a trabajar en el nuevo código, pero la urgencia anterior a la que ya había empezado a acostumbrarse no era la razón.

Deseaba arrojarse a ello porque le gustaba hacerlo. Porque en el fondo, o quizás no tan en el fondo como le hubiera gustado, verdaderamente deseaba demostrarle a Daehyun que estaba totalmente equivocado con respecto a él y sus ambiciones.

Con las pesadillas rondando incluso en su desvelo, Joon apretó los ojos y se obligó a dormir, citando una y otra vez todo lo que sabía de codificación básica en un intento de cansar a su cerebro que todavía iba a mil por hora.

Code Breaker | JinNam  {Binary Code #3}Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ