Capítulo 39 - Apoyo

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Macarena pasó a la oficina del Jefe de la Policía de Nueva York, y se detuvo frente al escritorio del alto comisionado, quien, para su mala suerte era amigo muy allegado del Señor Achaga, con quien compartía pasión de cacería y pesca, eso le ayudó a que se encargara directamente del caso, con la mediación directa de sus mejores agentes. Mala suerte porque su padre le pediría actuar con todo el peso de la Ley hasta que el caso se resolviera. Así era su padre.

—Leo, solo diez minutos —le dijo el alto funcionario—, es lo máximo que puedo —le advirtió.

El mayor de los Achaga le asintió y agradeció con la mirada. Sin descruzar sus piernas, ni sus manos que reposaban en su regazo, vio a su hija.

—¿Puedes decirme por qué no me dijiste ayer, que eras tú quien había registrado la fórmula? —fue directo al grano.

—Yo no sabía que sería idéntica a la de Ghassan —mintió, pero lo hizo usando un tono muy convincente, de regreso a Nueva York, evaluó muchas posibilidades con Arantxa, en el vuelo al menos le permitieron hacer su reunión en privado.

—No te creo.

—Pues tendrás que hacerlo, esa es la verdad —volvió a mentir, era eso o tener que implicar a Bárbara. Eso era suficiente incentivo para aferrarse a su mentira y hacerla real ante los ojos de los demás.

—Ghassan, está seguro que tú lo espiaste y se la robaste.

—Papá, no hay forma de que le creas más a él que a mí.

—Te doy el beneficio de la duda, hija —se acercó a ella y la abrazó—. Pero no pude evitar que él introdujera la demanda, no es ni siquiera la empresa contra ti, porque yo no di mi autorización hasta poder hablar contigo —le explicó—, luego se enteraron que habías salido del Estado en el avión de la familia y los alteró. No pude más que llamar a Arantxa y ella medió para irte a buscar, dejando claro que si quisieras huir no estarías localizable con el avión de la familia.

—Bien pensado.

—Dime la verdad, ¿cómo obtuviste la fórmula? —insistió.

—Papá, hice una recopilación de la bitácora del laboratorio. No me fue muy difícil. —Eso era una hazaña casi que imposible, pero como ella podía demostrarlo con sus conocimientos y ganar tiempo con ello, decidió estructurar esa forma de los hechos, creíble si maneja su experiencia a su favor.

—¿Es eso posible?

—Con mis conocimientos no... tanto... —le costaba mentir.

—Te van pedir probar ello —la miró y posó sus manos en los brazos de la rubia—. Hija ciegamente te daré todo mi apoyo, no me defraudes; esto traerá muchos problemas si se llega a filtrar la información. Al menos la fórmula está en tus manos, que garantiza siga en los planes de AQuimax.

—No, papá, esa no es la idea.

Él se sorprendió y esperó respuesta.

—Esa fórmula está defectuosa, no sirve...

—¡¿Qué?! —Se alejó de ella.

Se alejó de ella y se pasó la mano por el cabello.

—Por eso no te dije nada de que estaba haciendo trabajo de reingeniería con esa fórmula, hasta que la terminé comprobé que esa fórmula esta corrupta y no va a servir, ahora que me comprueban que quedó igual a la de Ghassan —mintió—, pues debes darme gracias que no salga al mercado.

—Pero hay pruebas de él, sí sirve —la miró unos minutos—, hija sé que odias el trabajo de él, pero si quieres sabotearlo de esta manera no podré detener que vaya contra ti, debes tener pruebas de lo que dices... ¿Las tienes? —preguntó cautelosamente.

ComplicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora