Dos mujeres con un alto coeficiente intelectual y con unas carreras brillantes ven afectadas sus vidas cotidianas inesperadamente.
Bárbara y Macarena se encuentran en medio del cambio que le deben dar obligatoriamente a sus vidas; sin saber que ell...
Lunes, como era costumbre, estaban desayunando en el mismo lugar donde se habían conocido semanas atrás; felices y rebosantes.
El fin de semana les brindaba porciones importantes para querer borrarlo de sus memorias, sin embargo, el calamitoso evento había fortalecido y blindado los sentimientos de Bárbara hacia la rubia, y la aludida estaba feliz y preocupada, porque si colocaba en una balanza el amor que le tenía a la habilidosa informática y el peso de responsabilidad por completar su plan con la fórmula de AQuimax, no sabría sopesar la relevancia de cada sentimiento para ella. Y no se trataba de que su amor por la morena no fuese lo más importante, sino que su plan, ese plan "maestro" que había ordenado ejecutar, le estaba condicionando su relación con Bárbara, era el peor desastre posible; nunca una reacción a una acción le había quitado tanto el sueño...
Contaba los minutos para poder sentarse y seguir estudiando la fórmula, estaba consciente que, con la morena a su lado, en sus aposentos, no se podía concentrar. El día anterior aprovechó cada instante que duró la reunión de Bárbara con Tessa. Juró que tendrían mucho que planear para empezar en su empresa con el contrato que Mariana les obligó a aceptar, para su desgracia o gracia, la morena no se tardó más de dos horas; lamentó que las informáticas fuesen una computadora andante y que planearan un proyecto de consultoría completo de dos meses en apenas unas horas.
Le alegró verla, ese día pasaron el domingo juntas y la hermosa morena le ayudó a aliviar cualquier tipo de tensión. Amaba pasar su día libre con ella, juntas, recordándose que así quería permanecer por ella por todo lo que le sobrará de vida. No se asombraba al pensarse al lado de ella en su etapa de adultez mayor, no era nada alocada la idea, ni apresurada, al contrario, no hacer planes con ella le mellaba en el fondo de su corazón y no dejaba a su mente reposar.
Por ende, ese lunes era decisivo, sus planes de avocarse a solventar todo el embrollo era su misión, bueno luego de poder separarse de la informática.
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—Entonces no almorzaremos... —dijo e hizo un puchero, Macarena le explicaba que ese día no podrían almorzar juntas por alguna junta que se inventó.
Macarena dejó su café a un lado y le tomó la mano que descansaba sobre la barra del servicio donde comían. —Prometo que en la cena te compensaré —prometió y le sonrió dulcemente.
—Sobre eso —la interrumpió—, me gustaría llevar a Tessa al festival de Jazz, está en su última semana.
—No hay problema, de lujo, la pasaran muy bien.
—No pensaras que iremos sin ti... ¿verdad? —repuso de inmediato.
¡Oh no!, ¡oh no! Otro desplante... piensa, piensa...
—Prefiero que compartas con Tessa, ella se irá pronto —se justificó. Rogando para sus adentros que la morena le comprara esa idea. Que era cierta, pero claro no era excusa para que ella pasara de ir con ellas.
