Capítulo 34 - Reacción

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Tres días, tres, esa cantidad de días llevaba Macarena encerrada en su pent-house, sólo había salido para ir tras Bárbara, primero a su apartamento, pero no pudo ni pasar de la portería.

Luego, en su intento fallido volvió a su departamento, se alistó y salió de nuevo hacia la torre tras ella; corroborando su situación sin cambiar, Bárbara se rehusó a verla y "no deseaba hacerlo nunca más", se lo hizo saber a través de Tessa a las afueras de la nueva oficina asignada a Bárbara y el proyecto que empezó esa semana en AQuimax; desistió, pero luego, allí, los problemas se le multiplicaron.

Ivanna le informaba de las asignaciones de la semana y sólo una la sacó de su limbo anímico: habían pasado la fecha para entregar la fórmula, oficialmente, a las oficinas de la FDA y con ello el fin de su plazo.

Luego de revisar el programa del protocolo de transición de la fórmula, salió de la torre con otro problema, y de proporciones similares.

Su despacho en el apartamento se convirtió en su único aposento por esos tres días. Comer pasó a un segundo plano, como todo lo demás. Le faltaba resolver el enigma de un reaccionante de la fórmula estructural y el tiempo corría, un día y todo terminaría.

Sabía perfectamente las consecuencias de cada reactivo, pero al unirlos tenía la cadena reaccionante inconclusa, una reacción le estaba costando identificarla para estar segura de todo el trabajo recopilado por ella. Necesitaba su laboratorio, pero no podía ir hasta él, al menos no en el día. Suspiró.

La ansiedad le inundó y debió tomar medidas extremas...

—¿Estás segura de esto? —inquirió Arantza con suma cautela.

La rubia le había dejado claro desde el principio —al llegar a su llamado— que no estaba para cuestionamientos. Y el aspecto de la química no se prestaba a dejar cabida a réplica alguna.

—Lo que está explicito allí, Ar —respondió sin apartar la vista de la pantalla de su laptop.

—Maca —la llamó usando un tono muy conciliador; la rubia levantó su vista para atenderla—, sabes que confío ciegamente en ti —reseñó—, pero no puedo dejar de decirte que esto es una total y plena locura. Con todas las aristas incluidas —expuso, teniendo un folder en su mano, el cual señalaba al darle su punto de vista.

—Lo sé —rompió el contacto visual y volvió a su trabajo—. Sólo has lo que te pido, las consecuencias serán solo mías, y las asumiré en su totalidad.

La jurista no vio ni un atisbo de duda en el tono y rostro de su amiga, en ese caso, su cliente y no podía insistir, sin embargo, decidió tocar una última tecla:

—Mariana sabe de todo esto.

—No, lo sabrá en su momento —la volvió a mirar—. No debo recordarte la cláusula de confidencialidad abogada-cliente, ¿verdad? —quiso saber. La abogada sólo asintió ante la intimidante mirada de una rubia totalmente abandonada a lo que sea que estuviese haciendo en ese ordenador—. Gracias, por favor avísame cuando esté todo listo. Que tengas un feliz día, Ar —la despidió dejando claro que no volvería a mirarla, ya que estaba escribiendo algo con detalle desde su pantalla.

Su amiga no pudo hacer más, sólo lo que le indicaba como profesional e iba por ello. Se despidió y salió del despacho, dejando a la química sumida en su inquebrantable estado de concentración.



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Complicidad (Terminada) Where stories live. Discover now