Capítulo 16 | Espectáculo

Start from the beginning
                                    

—Yo salía del edificio y ella entraba. Me la encontré de frente...

Ambas se quedaron ligeramente calladas y aunque Grace no solía tener muestras de cariño con nadie, colocó la mano en su espalda, queriendo reconfortar a Francesca de alguna forma.

—Ella también me vio, pero me ignoró y entró en el edificio —le explicó —. Estaba igual.

—Frannie...

—Es lo mejor —se apartó de Grace y volvió a la barra, colocando algunos vasos de forma mecánica.

—¿Te ha hecho daño? —la voz de Grace sonó más seria, más alerta—. Waldorf, ¿te ha hecho daño?

—Oh, Grazie —Francesca la miró con una suave sonrisa y sintió cierta ternura hacia ella. Grace era muchas veces dura, distante, la vida la había hecho así, pero en el fondo no dejaba de ser una cría de diecisiete años que aún conservaba un poco de inocencia—. ¿Estás bien?, ¿se te ha pasado ya?

—¿Se me ha pasado el qué?

—La humillación.

Un breve relámpago de emoción cruzó los ojos azules de Grace al escuchar esa palabra. No contestó, no fue capaz de hacerlo. La humillación que sintió con Connor Blackwood no era muy diferente a muchas que había recibido a lo largo de su vida, pero sí había sido de las que más habían calado en ella. Nunca se había sentido realmente inferior por su estrato social hasta aquella noche, cuando tuvo que arrodillarse ante él.

—Cariño, vamos a bailar —en un arranque de emoción, Francesca le dio un cachete en el culo y tiró de ella, empujándola fuera de la barra.

Las pocas cosas buenas que tenía trabajar en el Hysteria era que Francesca y Grace podían hacer, en muchas ocasiones, todo lo que querían. No era la primera vez que empezaban la noche trabajando y terminaban de fiesta, mientras otras camareras novatas ocupaban sus puestos. Michel Oronov lo permitía porque, pese a su difícil carácter, Grace atraía clientes, y Francesca le daba miedo. Además, cuando bailaban juntas eran un espectáculo en sí mismo.

La gran masa de gente, la música y las luces de los focos las atraparon al instante. No tardaron en llegar hasta el centro de la sala mientras el ambiente se volvía poco a poco más denso, más húmedo. Era posible percibir la excitación de todo el mundo por la música, por el alcohol, por las drogas y por el sexo. Y era imposible no sentir esa misma excitación. Mashups de reggaetón y electrónica sonaban cuando Grace y Francesca se colocaron una frente a la otra y comenzaron a saltar, a bailar, a unirse a ese ritmo irrefrenable completamente libres, jóvenes y sin ataduras.

Esos momentos, cuando bailaba, eran los únicos en los que Grace se sentía plena, se sentía viva, se sentía ella. Y al mismo tiempo podría ser cualquiera. La adrenalina corría por sus venas mientras una fina capa de sudor comenzaba a cubrir los cuerpos de ambas, espléndidas,  perfectas, únicas en esa fiesta. A su alrededor, muchos hombres se apartaban solo para experimentar el placer de contemplarlas. Los bailarines de las plataformas perdían protagonismo mientras ellas, sensuales, y plenamente conscientes de que lo eran, se acercaban aún más la una a la otra. Y atrevidas, mirándose a los ojos, sonreían bailando mientras tan solo unos centímetros las separaban.

No era la primera vez que bailaban así. Y a ellas les encantaba hacerlo. Les encantaba producir esa sensación de excitación alrededor de sí mismas, mantenerla en tensión hasta que ellas lo decidieran, porque tenían el control. La visión de ambas en esa pista de baile, a punto de besarse, o al menos tocarse, era una de las cosas más eróticas que se podía ver en ese local. Y cuando Grace sonrió aún más, seductora, y se apartó ligeramente para dejar con la miel en los labios a sus espectadores, aquella atmósfera se rompió de golpe.

No supo cómo ocurrió, ni en qué momento, ni cuánto tiempo llevaba bailando con Francesca en ese juego de ambas tan provocativo y peculiar, cuando sintió que alguien le agarraba con fuerza del antebrazo y tiraba de ella. Lo siguiente que vio, casi al mismo tiempo en el que su corazón dejó de latir, fueron los ojos totalmente amarillos de Connor Blackwood mirar directamente a los suyos con una fiereza salvaje. 

Él mismo parecía haberse vuelto un salvaje.

🖤🖤🖤

¡Hola, de nuevo!

Y se armó la gozadera 👀

¿Qué os parece la amista de Grace y Frannie? ¿Pensáis que va a poder huir de Blackwood esta vez? Lo descubrimos en el siguiente capítulo.

Os leo y gracias, como siempre, por todo el apoyo. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Cuando fuiste mía (LA GLIMERA #1)Where stories live. Discover now