➻Sin mirar atrás

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-Capítulo 11-


Se han quedado dormidos... pero ella se despertó dos horas después, sabe perfectamente que no podía quedarse más tiempo, debía volver al Castillo antes de que amaneciera, y le dolía profundamente tener que separarse de aquel hombre tan extraordinario que yacía a un lado de ella... daría lo que fuese porque él hubiera sido el guerrero, pero no es así... el no atacó al Rak convirtiéndolo en piedra... así qué hoy debía despedirse de él... para siempre.

— Te amo demasiado, que no sé si podré seguir sin ti... - le dio un ligero beso y se levantó cuidadosamente... se colocó su ropa y se peinó con las manos, viéndose al espejo trato de no llorar, pues sabe que este es el último día que pasaría con él.

Cuando él se movió de debajo de las sabanas se acercó a él, y lo despertó con un beso en los labios, tan suave que el sonrió al abrir los ojos, viéndola fijamente.

— Estás tan hermosa como siempre, pero estoy notando esa luz apagada en tus ojos. - confesó el al observarla detenidamente.

Ella trato de esconder su rostro, pero él se ha dado cuenta de su tristeza.

— No me quiero separar de ti. - admitió por fin, pero no subiendo la mirada.

Él se sentó en la cama, le tomo de la mejilla y le propuso levantar la vista, ella lo hizo.

— Quizás no esté físicamente contigo... pero mi corazón y el tuyo siempre estarán unidos. - y diciendo eso le da un beso tierno en los labios.

Y aquí esta... lo que ella más temía... su despedida. Draven se levantó y se vistió, algo más lento de lo normal no solo por las heridas si no porque sabe que entre más tarde, más podrá ver a su amada. Su amor no tenía explicación, se enamoraron desde que se vieron, y a pesar de que no pueden estar juntos, su amor seguirá intacto tratando de luchar por salir a la luz, de esconderse para no acabar con sus vidas.

— Gracias por la noche maravillosa que eh pasado a tu lado. - le dio un beso en su mano y la vio amorosa y nostálgicamente.

El también tenía un enorme nudo en la garganta por separarse de ella, no podía creer que la única mujer a quien ha amado de esta forma no pueda siquiera luchar por ella, pues sabe que no tendría caso, o más bien lo único que lograrían seria dañar a todo el pueblo, incluido ellos.

— Igualmente... - no sabía ni que decirle, quería volver a verlo, pero le parecía una ofensa invitarlo a su boda siendo que hasta a ella misma le dolía, no podía pedirle que la visitara de vez en cuando, pues sabe que no podría ocultar su amor y pondría en riesgo todo. No podía pedir que se volvieran a ver en esa cabaña... ¿o sí?

— ¿Podré verte alguna otra vez? - preguntó ella ansiosa por una respuesta afirmativa, con los ojos húmedos y la boca temblando.

Draven se le quedó viendo, no sabe si sería buena idea verse de nuevo... sabe que pondría en peligro no solo su reputación si no la profecía.

— No lo sé... creo que el destino lo dirá - respondió finalmente, quebrando con las esperanzas de ella.

Entonces soltó su mano lentamente, vio sus ojos fijamente, y empezó a caminar alejándose. El no quería soltarla, quería incluso secuestrarla, pero sabe que no debe hacer nada para detenerla, y eso lo afecta aún más.

Al dar la vuelta, ella tenía los ojos cristalinos, camino poco a poco... alejándose de aquella cabaña donde tuvo ese encuentro maravilloso, apasionado y doloroso a la vez. No conteniéndose más, soltó algunas lágrimas, que bajaban sin cesar por sus mejillas. Quería voltear, pero no podía, porque de ser así volvería.

Así que se alejó, sin mirar atrás.

Sin mirar atrás, se alejó dejándole el alma hecha pedazos. Draven entro en la cabaña una vez que no la vio más, se sentó a llorar, frustrado agarrando sus cabellos y sujetándolos con fuerza, quería ir por ella, vaya que sí, pero no debe... no debe...

Vio hasta la cama, noto una pequeña mancha de sangre... donde quedo la virginidad de Eirene... y se quedó ahí, quieto, llorando en silencio.

La Maldición de EireneWhere stories live. Discover now