➻Amor

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-Capítulo 4-


La llegada de aquellas criaturas fue fatal, herían a cuanto humano se le atravesara en el camino. El Rey, la Reina y la Princesa se vieron obligados a dejar el trono y huir. Guardias los escoltaron, pero entonces, Eirene recordó a Draven, él no debe saber nada al respecto, estando en la cocina no ha de oír nada. Se imaginó a Draven herido de gravedad a causa de esas asquerosas criaturas, ella huiría con su familia y estaría protegida, pero el no, quizás él sea uno de los tantos que morirían esta noche, pensando lo peor. Solo lo había visto dos veces, y sentía esa especie de compromiso con él, suena absurdo... quizás no... pero definitivamente ese hombre Draven ha conquistado su corazón con tan solo una mirada, una simple mirada bastó para que se ganara su confianza, un simple beso bastó para dejarla deslumbrada, una simple promesa basto para enamorarse. Jamás pensó llegar a sentir eso, esto, quizás con el tiempo se hubiera enamorado de su esposo, pero estaba consciente de que podría no ser así, daría lo que fuera porque Draven fuera su esposo, fuera el guerrero.

Así que se escapó, y corrió en dirección a la cocina escondiéndose en las paredes y cualquier figura que la pudiera proteger. Sus padres están demasiado asustados como para que se dieran cuenta de inmediato, despistados siguieron su camino.

Los gritos seguían más fuertes que nunca, y el sonido aterrador de los Raks resonaba en los oídos de los presentes, todo era un caos total en el palacio, cosas destrozadas dejaban, y aunque los guardias pudieron matar a dos, eran suficientes Raks como para matar a todos los que se encuentran ahí y tomar el poder, lamentablemente el hechicero Zuko no está, de ser lo contrario el bien habría manejado la situación... pero ahora deben enfrentarse a esas criaturas.

Solos.

En la cocina se dio el aviso, debían huir por la puerta de atrás siendo que no tenían otra salida.

— ¿Pero y los demás? - pregunto una cocinera que hace años trabaja en el palacio, logrando crecer un aprecio a los dueños y Reyes de ahí, tiene suficiente edad como para compartir los mejores años de su vida a aquella familia, sobre todo a la princesa Eirene que la vio desde que nació, aquel día de tormenta.

— Que Dios los proteja – aclaro su esposo otro sirviente de la cocina.

Pero la mujer no estaba de acuerdo en dejar a ellos al mandato de Dios.

Y al escuchar esa frase Draven sintió que Eirene estaba en peligro.

— No me iré sin ellos... por ellos soy lo que soy – declaró la mujer un tanto desesperada. pero su esposo la tomo de la mano, y a pesar de las suplicas y el llanto de su esposa continuo su camino.

Mientras Draven tiene que hacer algo, no puede dejar a Eirene a merced de lo que los demás pueden hacer por ella, esa mujer tiene una chispa que lo atrajo, una sonrisa encantadora, unos ojos que lo invitan al amor y un cuerpo que le ofrece pasión. Demasiado pronto, Demasiado sencillo, pero ahí esta ese sentimiento que creció en él desde la primera vez que la vio, parece que sí, si... casi está seguro que la ama. Así que regido por lo que siente va en dirección donde escucha los gritos. Emilian lo ve, y decide seguirlo.

La multitud corría para protegerse, otros yacían en el suelo muertos o mal heridos. Eirene estuvo a punto de ser descubierta por una criatura enorme, pero logro escapar. También veía a su pueblo que corría o caía mal herido, cerro los ojos conteniendo el llanto, pero no se calmó. Pensaba que quizás aquí esta su fin, que la profecía no se cumplirá y la malvada bruja Eos vencerá. Se aferro al recuerdo del rostro de Draven, y siguió caminando cautelosa.

Sus padres en camino al refugio que tienen en el sótano, advirtieron la ausencia de su preciosa hija.

— ¡Santo cielo!, ¿Dónde está Eirene? – pronuncia fuertemente la Reina para que escuchen todos, sobresaltada al darse cuenta que su hija no está con ellos y por lo tanto corre peligro. El Rey Lorcan voltea a ver a sus empleados molesto por no traerla consigo.

— Vayan a buscarla, ¡Pronto! - exclama preocupado por lo que pueda sucederle a su hija. tomo la mano de su esposa para tratar de calmarla, pero ya está pálida.

— Pero no podemos dejarlos solos – advierte uno de los empleados más cercanos al Rey.

No podían dejarlos ahí solos, cuando criaturas siniestras están en el castillo y saben que vienen a hacerles daño principalmente a los dueños del palacio y del pueblo. El Rey los ve un momento.

— Si no salvan a la Princesa la profecía no se cumplirá y de todos modos moriremos... además ya estamos cerca del refugio – Dicto con dureza. Entonces los hombres que los acompañaban se fueron en busca de la Princesa.

Las esperanzas de encontrar a Eirene se estaban apagando, creía que no la volvería a ver... pero entonces, un destello de luz rosa le llamo la atención. Es ella se dijo, sonrió y a pesar de estar cerca de un Rak no bajo la guardia y se fue acercando a ella.

Eirene se encontraba escondida detrás de un biombo, esperaba que su silueta no se transparentaba, y cuando sintió una mano en su hombre reprimió un grito y volteo asustada.

— ¡Draven! - Exclama contenta y se lanza a sus brazos, estrujando su cuerpo y sintiéndose a salvo.

Duraron por unos segundos así, pero pareció que el tiempo se había detenido, saben que el amor que está surgiendo en ellos es peligroso, pero no pueden evitarlo.

— Pensé que te había ocurrido algo... Dios... me importas demasiado – confesó más para sí mismo que para ella, Eirene tenía lágrimas en los ojos pero sonrió a pesar de tener en la mente los gritos de las personas.

— Temí que te pasara algo, por eso me escapé de con mis padres y corrí a buscarte – definitivamente le dio mucho gusto a Draven saber que ella comparte el sentimiento con él. Pero el pensar que por su culpa ella bien podría haber salido herida incluso muerta, le causo un escalofrió y una preocupación que jamás había sentido.

Le tomo las manos y la vio fijamente a los ojos, aquellos ojos en los cuales se pierde.

— escucha, necesito que te quedes aquí... yo iré a buscar una salida. – empezó el, pero Eirene ya negaba con la cabeza.

— No me quiero separar de ti – admite con miedo en los ojos.

¿Cómo poder hacerle entender?, si ella no podía estar más tiempo lejos de él. Eirene se aferró a sus manos y lo vio suplicante. El no quería que le pase nada malo, por eso debía encontrar una salida e huir, quizás para siempre con ella.

—Yo tampoco cariño... pero es necesario, promete que no saldrás de aquí... volveré, te lo juro que volveré - otra promesa más, Draven siempre cumple una promesa, y ella confía en él, pero el solo hecho de tener que separarse de él, estando bajo el dominio de los Raks le aterrorizaba.

— Te amo - susurra ella despacio y con sentimiento. el la ve fijamente, sonriendo para sus adentros al escuchar esas simples palabras, pero tan significativas que hizo que su corazón palpitara aún más.

— Yo también te amo.

El la beso... con un calor profundo y distinto a todo lo que han sentido. Luego el salió rápidamente, antes de que se arrepintiera y no la dejara, antes de que ella se percatara y lo siguiera. Eirene se quedó ahí, sola.

La Maldición de EireneOnde histórias criam vida. Descubra agora