La Maldición de Eirene

➻Draghici

-Capítulo 6-

Sus ojos no veían muy bien, sentía que podría desvanecerse. La Princesa ha encontrado al guerrero... y no es Draven, pensó ella.

— ¿Usted fue quien convirtió a ese Rak en estatua no es así? – preguntó el hombre todavía con la emoción al descubierto, sintiéndose dichoso de ser el quien lo ha descubierto.

Emilian se quedó callado, no sabe que responder. Conoce el hechizo que lanzo Draven, pero él no tiene el poder y el aprendizaje de él, descubrirían tarde o temprano que él no lo hizo, pero entonces recordó algo mucho más importante. El podría ser Rey, conoce la profecía, sabe perfectamente que aquel hombre que sea el guerrero será proclamado Rey y Dueño del pueblo. Es una oferta demasiado tentadora para un ambicioso como él, y, además, fijo su vista a la bella princesa, el tenerla como esposa podría hacerlo muy feliz.

— Sí, yo fui – espeta clara y firmemente ante la pregunta del hombre.

Un destello de decepción se notó en los ojos de Eirene, sí, ese hombre es apuesto y con porte, pero en sus ojos hay ambición y egoísmo, no cree poder lidiar con eso por mucho tiempo. Además, ella esperaba que aquel guerrero que el pueblo y ella necesitaban, bien podría ser Draven... Draven... ¿Draven?... ¡Draven!... recordó a su amado y entonces sus ojos demostraron angustia y amor.

Desesperada por irse a buscarlo pensó en un pretexto, cualquiera, pero en ese momento unos guardias aparecieron, cubiertos por pequeñas marcas que alcanzaron a hacerles.

— Su majestad... sus padres han muerto – pronuncia con tacto y con un nudo en la garganta.

La princesa Eirene se quedó perpleja... sus padres fallecen, no... esta vez la noticia fue muy fuerte.... terminó por desmayarse.

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Abrió los ojos poco a poco, sintiendo la suavidad debajo de ella. Esta recostada en su cama, la reconoce. sus manos se mueven, pestañea un poco y se sienta en la cama. observa a su alrededor. Parece como si nada hubiera ocurrido. ¿Ocurrió de verdad?

Entonces recordó a sus padres... ¡Por Dios Santo, han muerto!, se ha quedado sola, un hueco en el corazón la hizo estrujarse. Soltó unas lágrimas de dolor y viajó al pasado. Donde era una niña y sus padres la protegían y amaron tanto.

También se le vino a la mente Draven, ¿Dónde estará?, ¿Habrá intentado verla? Pero también se acordó de ese guerrero, ese guerrero que sería su esposo y el Rey. Lo suyo con Draven de todas formas no podía ser, solo volvería para ser rechazado, aun así, ella lo ama, no puede arrancarse este sentimiento así de fácil.

— Mi señora – aviso su entrada la mucama, Rexanne, quien ha estado con ella desde pequeña.

— Dime que mis padres no murieron – rogó ella, sintiendo más lagrimas acudir a sus ojos y bajar como cascadas a sus mejillas.

La mucama se acercó a ella, con respeto y confianza, la confianza que ella siempre le ha pedido. El abrazo, y Eirene pudo llorar amargamente en los brazos de aquella mujer a quien le guarda aprecio.

— Mi niña, entiendo por lo que pasa, perder a los Reyes, sus padres, no es fácil... pero ahora usted ocupara el lugar de Reina de Russitea – le recordó ella con énfasis, pero Eirene no puede pensar en eso ahora, no cuando su perdida es tan cercana.