➻Raks

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-Capítulo tres-


Se le quedo viendo, no sabe que hacer precisamente. Su hermoso rostro le hacía pensar en cosas que jamás creyó que se le presentarían en su mente. Aquel día de la feria creyó que jamás lo volvería a ver, sin embargo, ahí está, frente a ella, tan guapo como lo recordaba, y entonces se sorprendió a si misma acordándose de ese beso que deambulaba en su mente todas las noches.

— Creí que tu nombre era Eryx – de pronto soltó el, sin quererlo también se encontraba hechizado en sus ojos, pero queriendo que le diera una explicación la pequeña mentirosa.

— lo siento, aquel día yo... me escape, no podía arriesgarme ¿me entiende? – volvió a hablar de usted, ahí no podía darse el lujo de tutearlo, no ahí en el castillo donde ella es la bella princesa, mientras que él es un simple herrero

Aunque siendo honesta consigo misma, no le importaría lo que el fuera, lo único que siente dentro son esas mariposas alborotadas en su estómago, y unos nervios recorriendo sus arterias.

— no se preocupe bella dama... solo quería saludarla, de todas formas, conozco muy bien la profecía - reveló. El con solo verla a los ojos, hacía que su corazón latiera más rápido de lo normal, y con ese vestido que caía sin restricciones a la tentación, observando el principio de sus senos, que resaltaban a través del corsé.

Estaba a punto de querer conquistarla, luego recordó que él no podía ofrecerle nada, y era obvio que él no podía ser aquel héroe que la Profecía pedía. es un simple Herrero, y aunque tenga conocimientos en magia gracias a su vecino, de todas formas, no podía siquiera luchar.

— ¿Gusta acompañarme al jardín? - Pregunto ella con énfasis. Se descubrió a si misma siendo atrevida, en su vida pensó hacer eso. Pero aquel hombre es el primero que la hacía sentir joven y vieja al mismo tiempo, aventurera y frágil, atemorizada y alegre.

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Mientras en su castillo negro, la bruja Eos no dejaba de ver enojada el "bonito encuentro" mientras se sostenía en todo momento de un bastón parecido a la madera.

— ¡No puedo creerlo después de todo lo que hice para que no se encontraran! – exclama. En sus ojos se veía odio. Ha querido destruir la nación de Russitea, tenerlo en su poder para ganar terreno y transformarlo en lo que ella quiera.

Pero no ha podido, sobre todo por aquel hechicero Zuko, es el único que le puede hacer frente. Dos veces se han enfrentado, una vez gano el, y ella dejó el pueblo en paz. Otra vez gano ella, maldiciendo al pueblo y logrando que su hechizo hiciera efecto, ahora deberán cumplirlo, si no ella será la nueva gobernante y su magia negra caerá sobre el reino.

— Venga, llama a los Raks. - Ordenó ella para alguien, su mano derecha por así decirlo. Este no dijo nada, solo se marchó para obedecer órdenes y ponerse en marcha hacia el pueblo.

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Caminaron uno cerca del otro, olvidándose de la fiesta, olvidándose de sus deberes...

— Me parece divertido estar frente a una princesa, jamás lo imagine - comenzó el a hablar, ya más relajado y sonriendo. No podía dejar de verla, es tan hermosa y en sus ojos solo se ve ternura y pasión, una pasión que el mismo estaría dispuesto a llenar, de pronto retiro los pensamientos que seguían acerca de ella, simplemente no podía.

— Uno no elige su posición ni su profesión... yo jamás creí volver a verlo, luego de... – se detuvo, es una princesa, debe mantener cordura y ser respetable.

La Maldición de EireneWhere stories live. Discover now