Capítulo 26

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— ...y creo que esto sería todo, ya envié los otros documentos a... —se interrumpió por un momento mientras cerraba fuertemente los ojos— ...los altos mandos ya lo recibieron. También se está preparando todo para recibir a los extranjeros que mencionó Yelena —finalizó Mikasa su informe.

— Gracias, Mikasa —agradeció Hange—. Me has ayudado mucho, pero te dije que vayas a descansar.

— No quiero estar en cama todo el día —respondió la azabache—. Además... —hizo un gesto de dolor— No deja de patear, es mejor mantenerme en movimiento para no sentirlo tanto.

— ¿Patea de nuevo? —preguntó la comandante mientras se levantaba de su asiento para acercarse a la chica y tocar su abultado vientre de 38 semanas.

— No ha dejado de golpearme en los últimos días —volvió a hacer un gesto de dolor.

— No lo siento...

— ¡Ay! —exclamó mientras fruncía el ceño para luego pasar a una expresión de confusión— No, eso último no se sintió tanto como que se estuviese moviendo, solo duele.

— ¡¿Duele?! —se asustó Hange— ¿Cómo es que duele? ¿No es eso malo?

— No...creo que está bien, llevó un par de días con esos dolores. Aparecen de vez en cuando y luego desaparecen. Estará bien —aseguró mientras caminó hacia el escritorio para apilar algunos documentos y Hange volvía a su asiento.

Mikasa estaba inmersa en los documentos que leía, se concentró en ellos para olvidar el dolor que sentía de rato en rato, últimamente eran más frecuentes y le preocupaba un poco. De un momento a otro, sintió como un líquido caliente resbalaba por sus piernas, era una suerte que llevase un vestido pero quien no corrió la misma fortuna fue el piso de la oficina de su superior.

— Pido permiso para buscar al capitán Levi —habló Mikasa.

— ¿Qué pasa con Levi? —preguntó Hange sin desviar su vista de un papel con muchas letras.

— Necesito que me preste algún trapeador, ensucie su piso, lo lamento —se disculpó mientras se apoyaba en el escritorio, aun le dolía.

— ¿A qué te refieres? —se preguntó Hange mientras dejaba el papel en sus manos y prestaba atención a Mikasa, viéndola apoyada sobre la mesa con las piernas un poco flexionadas y el piso con un pequeño charco de líquido amarillo pálido.

— Juro que no es orina —aseguró Mikasa.

Hange nunca presenció un nacimiento pero había leído que aquella señal indicaba el inicio de la labor de parto.

— Bien... —Hange trataba de manejar la situación de manera eficiente— Vamos a movilizarte a una habitación que este esterilizada, ¿te parece? —se encontraba nerviosa y era irónico porque Mikasa se veía muy tranquila.

— Si... —respondió Mikasa— está bien.

Podía parecer tranquila pero recién entonces se dio cuenta que aquellos dolores que había estado sintiendo los últimos días habían sido las dichosas contracciones que Armin le había explicado hace un par de meses atrás. El pánico empezó a invadirla y solo siguió a su comandante hacia la habitación que ya habían preparado semanas atrás. Podía movilizarse con normalidad pero eso no le quitaba el miedo.

Llegaron a la habitación que mencionó Hange pero Mikasa apenas y se sentó un rato, se levantó y empezó a caminar, sentía que así le dolía menos. Sin embargo, al cabo de una hora y media, las dichosas contracciones empezaron a ser aún más frecuentes y más dolorosas por lo que optó por volver a sentarse.

De nuevo [Eremika]Where stories live. Discover now