Capítulo 12

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Se encontraba en la ciudad de Trost, reconocía ciertos edificios del lugar. Iba de un lado a otro con su equipo de maniobras. Parecía dirigirse hacia un lugar en específico, mientras se movilizaba notó que muchas de las casas estaban destruidas. Algo parecía estar pasando, la situación se parecía mucho a lo de hace cinco años con la invasión de Shiganshina. Un miedo empezó a instalarse dentro de ella.

Aterrizó sobre un tejado, donde estaban agrupados varios de sus compañeros de la milicia, reconoció a Annie entre ellos por lo que se acercó a ella.

— ¡Mikasa! ¿Qué no se supone que estarías en la retaguardia? —preguntó alguien que se encontraba cerca pero no tomó importancia en saber quién sería.

— ¡Annie! —gritó para llamar la atención de la rubia— Puedo comprender la situación actual parcialmente —mencionó cuando Annie se giró para verla—. Disculpa que interponga mis problemas personales pero... ¿has visto a Eren?

— No —respondió—, aunque sé de algunos grupos que ya subieron la muralla.

— Armin está por ahí —dijo Reiner señalando a un lado—, él estaba en el grupo de Eren, ¿cierto?

¿Así era? No lo sabía pero si Reiner lo decía es porque debía de serlo. Aun no entendía lo que estaba pasando pero sabía que las cosas no eran favorables para nadie. Se giró para buscar a Armin con la mirada, lo encontró sentado sobre el tejado, apoyado sobre una pared. Se acercó rápidamente a él, necesitaba saber que Eren estaba bien y quizás Armin tenía información.

— ¡Armin! —lo llamó notando un temblor en el chico mientras se acercaba— Armin... —volvió a llamarlo una vez que llegó hasta él— ¿estás bien? ¿estás herido? —preguntó preocupada y tras el asentimiento de cabeza del rubio, pudo aliviarse— ¿Dónde está Eren? —volvió a preguntar buscando al castaño con la mirada.

No lo veía por ningún lado, no importaba que tantas veces observara a su alrededor. Escuchó ligeros sollozos y se giró a ver nuevamente a Armin. El chico se encontraba llorando con una expresión de total remordimiento. El temor la invadió por completo y sintió como el corazón se le estrujaba fuertemente dentro de ella. Esto no podía estar pasando, ¿cierto?

— Nuestro grupo de cadetes, el equipo número 34 —empezó a hablar Armin con mucha dificultad por el temblor en su voz—: Thomas Wagner, Nac Tius, Myllius Zeramuski, Mina Carolina... ¡Eren Jaeger! —gritó al final el nombre de su amigo— ¡Ellos cinco cumplieron su deber y murieron valientemente en combate!

Sea lo que fuese que Armin o los demás alrededor que escucharon las palabras del chico hiciesen, para Mikasa daba igual. Esto tenía que ser una mentira. No podía asimilar lo que su amigo acababa de decir. Su cabeza empezó a dar vueltas y como si agujas hubieran, empezó a sentir fuertes piquetes en su sien. Sin embargo, aquella jaqueca no se compara con el dolor que su alma empezaba a sufrir. Solo rogaba que alguien la sacara de ahí, que alguien la despierte... Por favor...

Abrió los ojos desmesuradamente, gruesas lagrimas cayeron de sus orbes para luego mojar las sabanas de su cama. Observó la pared de madera de su habitación y solo recién pudo notar que todo había sido un sueño. Su sentir debía ser de completo alivio; sin embargo, su corazón aún dolía como si todo hubiese sido real.

Decidió volver a dormir. No anotaría nada en su libreta, prefería olvidar por completo todo. No supo en qué momento se quedó dormida pero escuchó claramente la primera campanada del día. Probablemente sería la última vez que la escucharía estando en aquella habitación. Ese día elegirían a que unidad incorporarse y dirían adiós a la Tropa de Reclutas.

De nuevo [Eremika]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu