Capitulo 11

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Bangkok
Capital de Tailandia

Bangkok, la capital de Tailandia, es una extensa ciudad conocida por los santuarios ornamentados y la animada vida callejera.

Kim Taehyung amó esa ciudad por mucho tiempo, pero claro que cuando eres joven amas todo lo que te hace sentir bien, sin importar si es o no algo bueno.

Taehyung considero a Bangkok cómo su "hogar", puesto que la mitad de su vida, o bien recuerda al menos diez años vivió ahí.

Taehyung fue adoptado a los 8 años, antes de eso, su vida se limito a estar encerrado en aquel infernal orfanato. Su padre, el señor Kim Daesung, fue generoso al acogerlo a él y a Seokjin, dejando que ambos conservarán su nombre.

Su nombre era lo único que Taehyung recordaba de su vida antes de ser llevado al orfanato. Debía agradecer tener por lo menos una identidad en un lugar como ese, en cambio, con Seokjin fue diferente. Recuerda vagamente cuando su padre, le pregunto a su hermano, de en ese entonces 12 años, cuál era su nombre.
No lo supo hasta años después, que Jin ni siquiera tenía uno, las voces en su cabeza fueron las encargadas de dar respuesta a su padre. Taehyung se desconcertó en ese momento, pues recordó que horas antes, mientras eran trasladados en un lujoso auto, Taehyung le había preguntado su nombre, teniendo una respuesta diferente a la que su hermano le dió a su padre.

Fue un año entero el que estuvo junto a su nueva familia, un año entero en el que supo que era ser amado y recibir cariño de una figura paterna, pues como la mayoría de los niños que fueron rescatados del orfanato, él tampoco tampoco tuvo una madre, y estuvo bien así.

Su vida, con la llegada de Kim Daesung, se iluminó y Taehyung no podía ser más feliz. Pero Taehyung no era estúpido, sabía lo que pasaba a su alrededor. Sabía la angustia que su padre pasaba todas la noches cuando a escondidas, lo escuchaba llorar a solas en su cuarto, porque si algo aprendió de aquel hombre, fue que aunque parecía a primera impresión un hombre serio y borde, con ellos siempre se comportó como una persona sensible y comprensiva, tanto que en poco tiempo, se había ganado el amor y respeto de sus dos pequeños. Por eso, se sorprendió en el momento que, Daesung, entre un mar de llanto, con el corazón apretando contra su pecho, dijo a Taehyung que debían separarse, que solo así podía protegerlo.

Tae recordaba muy bien esa noche. Daesung llegó apresurado a casa, esa casa que fue el hogar de Tae por un año entero. Recuerda que apresuro a todo el personal a empacar lo más rápido posible. Tae, que a la una de la mañana dormía como cualquier niño de nueve años, se despertó desconcertado por todo el alborotó, estaba acostumbrado a la llegada de su padre a altas horas de la madrugada, sin embargo, era muy pocas ocasiones cuando despertaba a todos en la casa.

Aún entre sueños, con los ojitos adormilados y el cabello hecho un lío, Taehyung se levantó para ir a recibir a su padre.

Tenía los pies descalzos, caminaba en los pasillos frunciendo la carita confundido, nunca se prendía todas las luces de madrugada, excepto en las reuniones con los amigos de su padre.
Tae quiso llorar cuando encontró a Daesung, entre gente yendo y viniendo con maletas y muchas otras personas portando esa repugnantes cosas que Taehyung odiaba ver, armas.
El pequeño Tae, lloró cuando al fin su padre se dio vuelta para encararlo, el pequeño solo pudo correr hasta él y rodearlo con sus brazos, su cara alzada para mirar el rostro afligido de Daesung. Con sus manitas, recorrió la camisa del contrario, llorando aún más cuando el rostro de la persona que más amaba en su mundo estuvo frente a él. Unas manos más grandes acariciaron su pequeño rostro, solo entonces Tae pudo notar, que, al igual que la camisa y rostro de su padre, sus manos también estaban manchadas con sangre.

Las lágrimas bajaban sin descanso por todo el rostro de Daesung, su hijo, ese pequeño que se robó su corazón apenas lo vio solo en una esquina del orfanato temblando de miedo, buscando desaparecer en los brazos de su otro amado hijo, Seokjin, lloraba de nuevo.
Su corazón se estrujó en ese momento. El día que decidió que quería darles una mejor vida a esos dos pequeños, que gracias a una, divinidad suprema encontró, se prometió que lo único que haría por ellos, sería amarlos hasta el fin de sus días. Lo hacía, los amaba, pero también prometió protegerlos y siempre tenerlos a su lado.
Estaba fallando, fallándoles. Solo había una única forma de no romper más aquellas promesas, y era rompiendo una de ellas.

Calm, Kitty. (Diki)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon