CAPÍTULO 7

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Me encuentro sentada sobre mi cama desde hace al menos diez minutos, son apenas las ocho de la mañana, estoy bañada pero únicamente con una toalla tapando mi cuerpo, mientras, Christian elige lo que va a ser mi atuendo el día de hoy, ha insistido en revisar mi armario para darme algo correcto para ir a trabajar, supongo que no quiere que me vista fuera de lugar, accedí porque realmente necesito encajar en este trabajo sino quiero complicarme la vida buscando uno nuevo.

—¡Lo encontré! —exclama sacando la cabeza de mi armario, sostiene entre sus manos un vestido color rojo un poco entallado, más elegante de lo que acostumbro, si por mi fuera lo usaría en ocasiones especiales, lo que me hace entrar la idea de que probablemente el trabajo para el que me quiere contratar es más de lo que estoy acostumbrada. Me lanza el vestido y por suerte alcanzo a atraparlo antes de que caiga al piso.

—Seguro no me queda. —me excuso lanzándolo a mi lado, entrecierro los ojos en su dirección con sospecha antes de lanzar la pregunta que circulaba por mi mente hace unos momentos.— ¿Por qué un vestido?

—Porque vamos a tu nuevo empleo, y necesitas verte formal. —repite el mismo discurso por tercera vez, pero aún así, no me dice nada. Su discurso no me dice nada más, ni siquiera una señal.

—¿Qué voy a hacer exactamente, Christian? —pregunto desconfiada por su insistencia.

Él se gira a observarme con una sonrisa de oreja a oreja, pero no menciona nada.

—Al menos pruébatelo, por favor. —me guiña un ojo antes de salir por la habitación.

Me frustra que no me diga nada acerca del trabajo, tengo derecho a saberlo, por supuesto que si, pero él insiste una y otra vez en que sea una sorpresa para mí, no me molestan las sorpresa, me gustan. Pero, ¿Terminar en otra Sex shop?, ¿O en un motel?, está para pensarse, estoy segura. Quizás Christian sea de esos tipos obsesionados con el sexo y tiene múltiples puestos o negocios en torno a eso, podría ser que incluso tenga un club de fetichistas o algo por el estilo. Sacudo mi cabeza intentando desaparecer esos pensamientos de mí, eso solo pasa en los libros, creo.

Entre quejas y maldiciones, comienzo a sacarme la toalla quedándome únicamente en ropa interior, tomo el vestido entre mis dedos y lo observo nuevamente. Recuerdo que cuando compré este vestido me imaginé a mi misma yendo a un restaurante, sentada allí sola, y tomando vino para el almuerzo, me imaginé una vida diferente cuando lo vi, por eso lo traje a casa conmigo.

Realmente no extraño mi antigua vida, y no sé si eso me hace una mala persona, no sé si tener mis propios intereses me hacen una mala persona.

Nunca supe centrar mis intereses en torno a lo que quería mi familia para mí, aunque lo intentara, mi vida y mi alma siempre me exigían más de lo que iba a obtener allí, me exigían esta nueva vida. Quizás después de todo; si valió la pena que mi situación vergonzosa en esa habitación me arrastrara a esta vida. Está vida que es mía.

Con más ánimos comencé a ponerme el vestido un poco nerviosa con los resultados, el vestido lo compré para mi nueva vida, vida que estaba comenzando a disfrutar desde ahora, aunque batallo un poco en subir el vestido por mi trasero, logra entrar y quedarme justo al cuerpo, me observo al espejo con una mueca, vestidos de este tipo jamás había utilizado, se ajusta a mi cuerpo en la parte de arriba, y queda un poco suelto de la parte de abajo, me queda justo encima de las rodillas, es de un rojo tan brillante, analizo mi reflejo una y otra vez intentando encontrar un error en mí o algo que me disguste, no hay nada, debo admitir que luzco bien.

Abro la puerta encontrándome con Christian recargado en la pared, en cuanto me observa salir, sonríe acercándose a mí.

—Perfecta. —pronuncia profundamente mientras acaricia mi mejilla con suavidad.— ¿Estas cómoda, tomatito?

Una virgen no tan virgen [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora