CINCUENTA

1.2K 128 79
                                    

Elías.

—¿A dónde vai, niño?—pregunta mi nona, me doy media vuelta con una pequeña sonrisa.

—La Abi me pidió si podíamos vernos.—juego con mis dedos.—¿Puedo ir?

—¿Tan tarde? Son las once.—levanta la vista de su crucigrama.

—No la veo hace mucho...—bueno, tres días no es tanto, pero parece una eternidad cuando estoy acostumbrado a su presencia.—Por favor, nona.—pido.

—Ya, ya... Llámame cualquier cosa.—vuelve la vista a su crucigrama.—Y dile que me venga a ver.

—¡Bueno!—salgo de la casa y una brisa fresca me recibe, hace un poco de calor por lo que salí sin poleron.

el camino hacia la plaza se me hace rápido, sobre todo porque voy casi trotando, me gusta caminar de noche y mas cuando hace calor.

apenas la veo mi corazón se acelera un poco, esta sentada en el columpio, por lo que rápidamente me plantó frente a ella y le sonrió con entusiasmo.

—Hola.—digo, sus ojos oscuros me miran y una atisbo de sonrisa aparece en su rostro, se reincorpora en el asiento.—¿Esperaste mucho?

me siento en el columpio de al lado.—No.

nos quedamos en silencio por lo que agarro vuelo y comienzo a columpiarme, hasta que me mareo un poco y paro, nuevamente pongo mi atención en ella.

—¿No podiai dormir?—me siento de tal forma que quedo frente a ella, las cadenas que estaban a mis lados ahora están frente y detrás mío.—¿O me hablaste porque me extrañas?—sonrió de lado.

—Quiero hablar contigo.—su tono de voz es serio, a su vez me rasco la oreja y asiento.

—Bueno, soy todo oídos.—murmuró balanceándome adelanta y hacia atrás, sin tanta fuerza para no chocar con su columpio.

aprovecho de mirarla mejor, creo que es la primera vez que veo su pelo en una cola y la chasquilla la tiene afirmada con unos pinches, algunos mechones se le escapa y me gusta mucho como se ve, aunque también me dan ganas de molestarla y decirle frentona.

sus manos sostienen las cadenas, el poleron que lleva sólo me deja verle la punta de los dedos.

—No puedo seguir con esto.—mi vista sube hasta su cara, pero sólo le veo el perfil.—Al menos, no ahora.

—¿Con qué no podís seguir?—pregunto confundido.

gira su cabeza y me mira, para luego mirar el piso.—Con nosotros, Elías.

mis pies tocan la tierra y detengo el movimiento del columpio, llevó mis dedos a mi muñeca y me pellizco, esperando que sólo sea un sueño.

—¿Nosotros? ¿Tú y yo?—pregunto como aweonao, ella asiente despacio.—¿Por qué? ¿Pasó algo?

la oigo suspirar, mis latidos van en aumento y de pronto comienzo a mover mi pierna como reflejo de nerviosismo.

—No estoy bien, aunque pensé que estaba mejorando sólo era momentáneo... No quiero seguir así y luego cometer algún error que te podría dañar.—frunzo el ceño.

—Pero como lo hemos hecho hasta ahora... Yo te dije que te iba a ayudar a ser feliz.—balbuceó vagamente, el nerviosismo no ayuda en nada.

NO SEAI LLORONAWo Geschichten leben. Entdecke jetzt