TREINTA Y OCHO

1.6K 159 40
                                    

las palabras del Elías se repiten en mi cabeza toda la semana restante y me parece cruel de parte de mi mente recordarlas porque no hemos vuelto a hablar desde el incidente.

el techo de mi pieza con esas estrellas y planetas que brillan en la oscuridad atraen mi atención, no sé que hora serán pero estoy segura que en menos de dos horas va a amanecer y yo no habré podido dormir, como siempre.

me doy vuelta en la cama y observó la ventana que tiene las cortinas corridas, me gusta acostarme mirando el cielo aunque después la luz de la mañana me molesté un montón, pero es relajante.

escucho los pasos de la Dina y el sonido de unos platos, parece que otra vez madruga por sus asiáticos.

me tapo hasta la cara y el aire caliente inunda mis fosas nasales, cierro los ojos un rato hasta que oigo algo chocar contra el vidrio de mi ventana, frunzo el ceño, pero me relajo cuando pienso que debe ser las ramas del árbol que dan justo al frente de mi ventana. No obstante, el sonido molesto sigue, así que me levantó y estiró mi cuello para ver qué chucha es tan molesto.

contengo la respiración cuando lo veo tirando piedritas chiquititas hacia mi ventana, aún sin darse cuenta de que lo estoy viendo, parece concentrado en lo que hace. Su rostro esta serio y lleva una bufanda y el gorro que me prestó la otra vez y esta vestido de negro, como siempre. No sé que wea tendrá con el negro que siempre que lo veo tiene algo de ese color.

abro la ventana para sacar mi cabeza, inmediatamente deja de tirarlas y alza su cuello para mirar hacia arriba donde estoy.

—Menos mal no me equivoqué de ventana.—sonríe de lado.

lo miró como si estuviera loco.—¿Sabís qué hora es?—le susurró/gritó.

—Sip, cinco y media.—alza su mano con un reloj en la muñeca y me lo señala.—¿Podís bajar?

asiento y cierro la ventana, tomó un poleron de polar y un gorro, para salir de mi pieza, cuando veo a la Dina saliendo del baño, tiene la vista pegada en su teléfono por lo que no me mira y sigue su camino.

bajo las escaleras sin meter ruido y salgo de la casa tomando mis llaves, ahí lo veo parado balanceándose de lado.

—¿Qué quieres?—preguntó despacio, no sé porque tengo miedo de que se asuste nuevamente y se aleje.

—Conversar.—lo dejé pasar y caminamos hasta el patio.

la Sandra es fanática de la jardinería por lo que tiene un patio grande lleno de plantas como flores, árboles o arbustos. Nos sentamos debajo del árbol que queda frente a mi ventana, donde nadie puede vernos.

» Te quería pedir perdón.—me mira con pena.—Sé que debí habértelo dicho, pero no sabía por donde empezar... No quería enterarme así, prefería mil veces saberlo por ti que por otras personas, si es que algún día querías contármelo.—se pasa una mano por la cara.

—¿No estay asustado?—preguntó con miedo, me mira sorprendido.

—Sí.—suspira.—No soy tan valiente, pero lo quiero intentar.

me gusta la sinceridad con la que me habla.

—¿Y tus amigos?

no me gustaría saber que pierde a sus amigos por ser el mío, no puedo permitirme ser así de egoísta con él.

—Ellos... Deberían entenderme.—murmura medio bajoneado.—Pero no lo hacen y así... No puedo contar con ellos.—mi espalda se echa hacia atrás y de alguna forma me siento culpable, él lo nota por lo que niega con la cabeza efusivamente.—No es tu culpa, Abi. Ellos hicieron cosas feas y me pasaron a llevar, no respetaron mis decisiones, no es algo que pueda perdonar a la ligera.

NO SEAI LLORONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora