DIECIOCHO

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—¿Puedes hablar conmigo?—Nataly me mira paciente, por encima de su cuaderno, por mi parte estiró mis piernas y me acomodo mejor en el sillón donde estoy obligada a sentarme hasta que termine la hora.—Abigail.—me llama la atención.

—¿Qué quiere que le diga?—apretó un poco el cojín que se encuentra en mis piernas, es una costumbre que tengo hace años, siempre que me siento en algún lugar pongo lo que esta a mi alcance en mis piernas, ya sea un cojín o mi mochila o lo que sea.

—Como te sientes, no nos vemos hace varias semanas y necesito saber cómo estás.—bufó.—¿Sigues tomándote las pastillas?

—Cada día a las mismas horas.—me tragó el hecho de que ya no me hacen efecto.—Estoy bien.

y para darle más credibilidad sonreí.

sus ojos me examinan y niega con la cabeza, por la cara que puso supe al tiro que ya no había rastro de su paciencia

—Mira Abigail, sé que es duro para ti y lo es para mí también si tú no cooperas, te conozco hace cuatro años y sé perfectamente que no estás bien, todo el avance que tuvimos desapareció ¿Me puedes explicar eso?

apreté con más fuerza el cojín, cada músculo de mi cuerpo comenzaba a tensarse, miré por la ventana.

—Ya pasaron ocho años desde... Ese día.—me remuevo incómoda.—No siento que las cosas vayan bien para mí, cada vez les complico más las cosas al Oscar y a su familia.—el tono de mi voz va disminuyendo más y más.—Llevo casi una semana sin dormir o al menos duermo dos horas... Me atormentan los recuerdos, creí haberlo olvidado pero siguen conmigo.

—¿Tienes pensamientos suicidas?—no le respondo, pero lo toma como una afirmativa.—El 19 de abril se cumplieron ocho años si no me equivoco ¿Fuiste al cementerio?

—No.—negué con la cabeza.

quizás cuando conté la historia de mi vida de forma resumida, evité varios detalles y modifiqué algunas cosas.

—Ya veo.—escribe algunas cosas en su cuaderno y luego lo cierra.—¿Vas a seguir viniendo, Abigail?

nunca le encontré el sentido al psicólogo, siempre lo odié por hacerme recordar con detalles y decirle como me siento, aparte la forma en la que me trata me hace sentir que estoy loca, me desagradaba en todos los sentidos.

—Tal vez.—me encogí de hombros.

—Me gustaría que fuera un sí... No te voy a dar nada para hacer, sólo tómate las pastillas.—Asentí.

Se despidió y salí de la sala, afuera me esperaba el Oscar, levantó la vista de su celular y sonrió.

—¿Estay lista?—asentí.

odiaba salir de aquí sintiendo que en vez de mejorar, cada vez se agrandaba el vacío en mí.

(...)

tomé el pase que me entregó el inspector a cargo de la entrada y caminé por un gran pasillo hasta llegar al patio donde fui directamente al baño.

luego de lavarme la cara observé el reflejo en el espejo, nunca me había molestado en arreglarme porque me daba lo mismo como me viera, pero ahora me sentía horrible, debajo de mis ojos habían unas ojeras gigantescas y los labios los tenía resecos, además estaba más pálida de lo normal, mi chasquilla estaba revuelta por todos lados dejando ver espacios de mi frente ¿El resto del pelo? parecía nido de pájaros, por suerte lo tenía corto así que no había mucho problema en pasarme los dedos con agua fría y quedar como si me hubiese peinado.

NO SEAI LLORONAWhere stories live. Discover now