VEINTINUEVE

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no sé porqué, pero espero a que se ría y diga algo como "Que tonto", pero al contrario, su sonrisa se borra y eso me descoloca, de pronto el silencio nos inunda por unos segundos hasta que me mira con pena.

—¿No erís feliz?—frunce un poco los labios, hago rechinar mis dientes.

—¿Te parezco una persona feliz?

me molesta que me miré con pena, me deja un mal sabor en la boca y me hace sentir vergüenza. Además me recuerda hace unos años cuando la gente me daba sus pésames.

—Bueno... No, pero pensé que podrías serlo.—balbucea confundido, lo miró incrédula.

—Hace menos de veinte minutos te conté que tengo un trastorno de la ira.—ironizó.—Y eso no es todo, también ten...—Me calló abruptamente.

—¿Tienes más trastornos?—pregunta con asombro plagado en su voz.

tragó en seco y evito a toda costa su mirada plagada de lástima.

sé que no es su intención, pero me hace sentir mal.

» Abi...—murmura por lo bajo, su mano toma la mía.—No tienes que avergonzarte por esto.

—Es que no lo entendís.—Niego con la cabeza.

—Tenís razón, no entiendo.—lo miró confusa.—Pero sea lo que sea que te pase, no voy a juzgarte... Y podís creerme porque mira, sigo aquí incluso después del medio combo que me chantaste.—se ríe y yo sin poder evitarlo también me rió.

—Eso me hace sentir más mal.—murmuró.—Pero a la vez no pienso pedirte perdón por atropellarme la pata.

—¿Nunca me vai a perdonar?

—Soy muy rencorosa.—admito.—Pase todo el verano sin poder moverme de la cama por culpa de un aweonao.

aunque la verdad no me quejo de eso, sólo del dolor, pero él no tiene que saber que disfruté de estar echada un mes y medio.

—¿Tanto así?—se ríe.

—Me quedaron los dedos chuecos.—hago una mueca.

no me doy cuenta hasta que las luces de los postes se prenden que ya oscureció, es increíble como se pasa rápido el tiempo.

—¿Deberíamos irnos?—pregunta tomando su mochila y sacando una bufanda, asiento lentamente.

mencioné que odio el invierno también, congelarme y sentir mi nariz helada no es nada bonito. No me gusta tener que estar abrigándome a cada rato y usar más de dos pares de calcetines porque mis pies no se calientan, aparté siempre me resfrío y se me caen los mocos, es horrible.

soplo mis manos tratando de propinarles un poco de calor, él lo nota porque extiende su mano entregándome un par de guante de amarillo.

—Los tejió la hermana de mi nona.—me dice con una sonrisa.—Tiene Alzheimer.

se acerca a mí y me coloca un gorro de lana, del mismo color que los guantes, en mi cabeza, antes de que lo pusiera vi que tenía un pompón.

—Son bonitos.—murmuró metiendo mi nariz en el chaleco, él sonríe, su bufanda es del mismo color que los guantes y el gorro.

—Estamos a juego.—sube y baja sus cejas repetidamente, ruedo los ojos.

caminamos hasta la casa de mis abuelos ya que hoy me quedó ahí, veo que esta todo apagado así que supongo que no llegan aún, hoy tenían que ir a un lado que no me moleste en escuchar, pero sé que van a volver antes de las once.

o sea como en tres horas más.

—¿Vai a estar sola?—pregunta alzando una ceja.

—¿Por qué?—entornó los ojos hacia él.

—¿Cómo es que tú conocís mi casa y yo no conozco la tuya?—pregunta cruzándose de brazos fingiendo indignación.

miró la casa de mis abuelos y luego lo miró a él, sonrió de lado.

—¿Acaso querís pasar, Elias?—alzó una ceja y él se queda mirando un rato mi casa para luego asentir.

—Si insistes.—me hace a un lado y entra cuando abro la reja, frunzo un poco el ceño.

apenas entramos veo que observa todo con curiosidad, de hecho se acerca a uno de los cuadros, específicamente al más pequeño, es una foto mía con mi mamá cuando tenía como seis años, no recuerdo exactamente que estábamos haciendo pero nos vemos felices.

—¿Quién es ella?—Me muestra la foto, se me apretuja un poco el corazón y miró hacia otro lado.

es triste pensar que en esos momentos no aproveché al máximo de ella.

—Mi mamá.—mi voz sale un poco más fría de lo que esperaba.

—Me gusta tu sonrisa.—lo miró y veo que tiene la mirada fija en la foto.

—Soy muy linda ¿Verdad?—preguntó llevando mis manos a la cara y me la tocó delicadamente, él ríe.

—Sí, sí, claro.—rueda los ojos divertido.

—Espero que no tengai hambre porque no te voy a dar nada.—murmuró caminando hasta mi pieza, lo oigo seguirme.

—Que buena anfitriona eres.—ironiza.

—Ya sé.—la puerta al final del pasillo es mi pieza.

paredes blancas, una gran ventana, una cama y un closet, eso es lo único que hay en la pieza. Y es lo mismo que hay en la casa de la Sandra y el Oscar, a excepción que allá tengo un escritorio.

—¿No tenís ni un póster?—pregunta mirándome con los ojos sumamente abiertos.

recuerdo los posters que tiene él en la pared al lado de su cama, ni siquiera sé que son pero eran puros monitos animados y una que otra banda.

me encojo de hombros.—No me gusta.—me siento a los pies de la cama mientras veo que él se acerca a la ventana que esta abierta, con una de sus manos aleja la cortina y saca la mitad de su cuerpo.

—Que erís fome.—murmura dándose vuelta.—¿Y tu cantante favorito?

—No tengo.—respondo con simpleza.

—¿Banda favorita?—una arruga aparece entre sus cejas.

—Nop.

—¿Serie...? ¿Película...? ¿Algo?

—Nada, Elias.—niego con la cabeza, él suspira exageradamente.

—¿Cómo no te va a gustar nada? ¿Qué erís? ¿Un alíen?—se acerca a mí rápidamente y pone sus manos en mis mejillas.—Pensai que soy raro, pero tú te pasai.

me encojo de hombros poco afectada.—Es una pérdida de tiempo y plata tener fanatismo por algo.

—Erís un fenómeno.—me suelta las mejillas.—Me voy.

se encamina a la puerta, pero cuando ve que no digo nada se gira.

—¿No qué te ibai?—preguntó.

de cruza de brazos a la defensiva, pero sé que esta webeando.—¿Querís que me vaya?

—No.—respondo.—Pero si querís irte, no diré nada.

—Voy a ignorar lo último porque dijiste que no queriai que me fuera.—estoy a punto de decirle algo pesado cuando se acerca mucho a mí.—Y también porque hace rato que quiero hacer esto y si me voy, no lo podré hacer.

dicho esto, estampa sus labios contra los míos, me toma por sorpresa por lo que no le correspondo y eso hace que se separe y me miré avergonzado.

—Perdón, yo...—se pone rojo, me alzo un poco sobre mis piernas, ya que yo estoy sentada y él parado, y con mis manos apretando en forma de puño su poleron me acerco lo suficiente como para que él corte la distancia y lo hace.

cierro los ojos al instante en que mi espalda toca el colchón y oigo el sonido de su mochila impactar en el piso.


















N/A
ohhh perdón debí haber subido esto ayer, pero a cierta persona se le ocurrió hacer un vlive y después d verlo m quede dormida 😭😭😭
en fin, bnos días gente bnita, espero q tngan un lindo día¡¡ cuídense y tomen awita💖

NO SEAI LLORONAWhere stories live. Discover now