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A medida que se acercaron a la salida, la música de la casa disminuyó hasta casi desaparecer. No bien pusieron un pie en el jardín delantero, divisaron la silueta de las chicas, quienes observaban la calle con los teléfonos en la mano. Las tres giraron la cabeza en dirección a ellos cuando percibieron el ruido de sus pasos aproximándose.

     —Por fin las encontramos —dijo Caleb.

     —Perdón, no queríamos tardar tanto —Félix rodeó a Jade con el brazo.

     El aire nocturno y el ruido de los autos calmaron los nervios del castaño, alterados por el altercado con Luke. Mientras tanto, una Ruby con las mejillas sonrosadas no podía apartar la mirada de su compañero de equipo.

     —Si te sientes culpable paga el taxi —bromeó Jade. Ella aceptó el contacto físico, acoplando su cuerpo al de su amigo.

     —Y la próxima pagas tú —dijo este en mismo tono.

     —Si quieren puedo llevarlos a casa, tengo el auto de mi padre —se ofreció el rubio, luego desvió la atención a Ruby—. Podemos ir a comer, recién son la una de la mañana. Después de esos comentarios de mierda te mereces terminar bien la noche. Te compensaré.

     —¡Me gustaría! Que... vayamos a comer todos juntos —El calor subió otra vez por su rostro, por lo que evitó clavar los ojos en Caleb.

     Las palabras dentro de su cabeza bailaron un poco cuando por fin las dijo y suspiró de alivió al ver que el resto reaccionó embozando una sonrisa como respuesta. Se dio cuenta de los nervios que traía encima porque deslizaba las manos por la ropa y buscaba quitar arrugas inexistentes. Se detuvo con un gesto brusco, aun así no sabía que más decir.

     —No eres como otras chicas Ruby, —Linneth la tomó de la mano— no lo olvides.

     La rubia tampoco entendía por qué las personas eran tan crueles, sólo con echar un vistazo a la ropa podía distinguir indicios de buen gusto: pantalón negro, con unos tacos cómodos y un top con volados color crema junto a una camisa (que llevaba cerrada) a juego.

      "¿Otras?" —Jade torció una de las comisuras de sus labios cuando la escuchó decir eso— "Es problemático, suerte que no dijo nada más".

     No estaba mal que la rubia consolara a su futura mejor amiga, pero sintió que aquél comentario resumía muy bien las películas cliché como "Amor patas arriba": chico malo se enamora de chica buena porque es "diferente a las demás". Pensó que eso podía llegar a ser un poco dañino.

     En cualquier caso el grupo de adolescentes siguió a Caleb hasta el auto de su padre, este desactivó la alarma, abrió la puerta y miró a Ruby. Ella se paró en seco, sin querer entrar junto a él, pero tanto Linneth como Jade y Félix ocuparon la parte trasera, por lo que no tuvo más opción que tomar el asiento de copiloto.

     El rubio se dispuso a encender el motor cuando la voz de Linneth lo interrumpió:

     —¡Esperen! Me olvidé mi bolso.

     —Te acompañamos —dijo Jade.

     Mientras la chica agradecía que la acompañaran, Félix asintió y abrió la puerta, bajándose del auto. Se acercó a la ventana del conductor, apoyó un brazo en el marco e inclinó el cuerpo ligeramente hacia delante por unos instantes:

     —No se vayan sin nosotros.

     El rubio asintió y los observó alejarse. Un silencio extraño se formó entre ellos e invadió el interior del vehículo. Ruby cubrió su cuerpo con los brazos a pesar de llevar puesta la camisa abrochada. No supo que decir.

Rompimos la tramaWhere stories live. Discover now